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Comienza la campaña electoral

El presidente en funciones visitó uno de sus feudos

El presidente dimisionario, Juan Hormaechea, cumplido el trámite en la Asamblea regional, dedicó la mañana de ayer a hacer campaña electoral por las riberas del Pisueña, el río que baña las fincas de los pasiegos, exportadores de las mejores vacas de la región, e inventores del sobao y la quesada.A la misma hora en que el presidente del Parlamento autonómico, Adolfo Pajares, recibía el sobre amarillo de su renuncia, Hormaechea se apeaba del Opel Senator oficial en Villacarriedo, a 36 kilómetros de Santander. La zona constituye uno de sus feudos electorales, según dejaron establecido los comicios de 1991.

Algunos periodistas llegados de fuera, poco conocedores de la realidad regional, confiaron hasta última hora en que Hormaechea acudiese en persona a entregar el pliego que explica su cese voluntario.

Hubiera sido una escena muy singular el encuentro entre las dos principales autoridades regionales, que no mantienen relaciones a nivel personal y apenas las indispensables en el plano institucional.

Así las cosas, no podían encontrarse ayer Pajares y Hormaechea, quienes en un año apenas se han comunicado un par de veces por teléfono, y trataron siempre de evitar coincidir en ceremonias oficiales.

El Hormaea captador de sufragios reapareció precisamente ayer en Villacarriedo y Selaya, so pretexto, de inspeccionar unas obras en la carretera de Sarón a San Roque de Riomiera, que tiene un presupuesto de 4.000 millones de pesetas. Nadie había anunciado la visita a los vecinos.

En el angosto puente sobre el Pisueña, que atraviesa Villacarriedo, un anciano largo y enjuto, de inconfundible estampa autóctona, le abrazó. "¡A ver si sigue, que yo le apoyo!". Los mismos calurosos testimonios e intenciones expresaron a su líder algunas mujerucas colgadas de su cuello para besarle.

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El paso sobre el río necesita ser remozado. Para ello, habrá que desmontarlo, lo que según, los técnicos incrementará el presupuesto fijado en principio en 50 millones. El ingeniero encargado, de las obras no acertaba a fijar su costo exacto. "Pero ¿cuánto más?", inquirió el presidente dimisionario. " 10, 20 millones". Tal vez se llegue a 70 u 80, le informaron. "Bueno, pues a seguir, me conformo con que la obra esté lista para junio". Por sólo un mes su inauguración no coincidirá con la convocatoria electoral próxima.

"Otoñada" llaman los pasiegos a la sazón del suelo y la abundancia de hierba en estos meses del año. Uno de ellos, en Selaya, confió a Hormaechea sus optimistas impresiones porque a la elevada temperatura de las últimas jornadas se une la abudancia de lluvias.

"Esta zona", explicó Hormaechea a los miembros de su comitiva, "no es que se halle deprimida económicamente, pero sí anímicamente. De su postración va a sacarles esta carretera histórica y para toda la vida", se oyó decir a un Hormaechea triunfante y populista sin ningún parecido con el gobernante enfrentado en Santander a tantos colectivos profesionales.

"Este día de mi dimisión lo considero", declaró a EL PAÍS, "como otro cualquiera. Hay que seguir trabajando". Antes de ponerse en viaje para estrechar manos de presuntos electores en la cuenca del Pisueña, había estado reunido en su despacho con técnicos ocupados en obras públicas.

El presidente, que, según se ha sabido, pasó en París los cuatro días que siguieron a la publicación de la sentencia que lo condenó, no parecía ayer, un recien dimitido. Ni por sus planes, ni por su optimismo.

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