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Tránsfugas a la orilla del ebro

Huidos del PP condicionan el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza

El transfuguismo ha arraigado en Aragón. Cargos públicos fugados del Partido Popular (PP) han condicionado el desarrollo de la vida política en las dos principales instituciones de la comunidad autónoma, que gracias a ellos gobiernan los socialistas: el Parlamento regional y el Ayuntamiento de Zaragoza, ciudad en la que residen la mitad de los aragoneses. Contra los tránsfugas se han vertido, desde las fuerzas políticas opositoras al PSOE las mayores descalificaciones que se han oído entre las paredes de ambas casas, más allá de las habituales discusiones en tono elevado que se han hecho habituales en las dos sedes.Los tránsfugas son Emilio Gomáriz, en el Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes, y José Luis de Torres, en la Casa Consistorial de la plaza del Pilar. Con sus fugas del PP han condicionado los equilibrios de fuerzas entre el partido gobernante y la oposición, empatados en el Ayuntamiento; y entre la izquierda (PSOE más IU) y el centro derecha (PP más Partido Aragonés), también con igual número de escaños, en la Cámara legislativa. Gomáriz es el único integrante del grupo parlamentario mixto y De Torres figura en la lista de concejales como "no adscrito". Los dos desertaron de las filas del PP por razones no excesivamente aclaradas, pero que sus compañeros prefieren calificar de "marginación del poder partidario".

Gomáriz se hizo famoso al aupar al poder a los socialistas en septiembre de 1993, descabalgando para ello a la coalición que mantenían en el Gobierno regional sus antiguos compañeros de partido y los regionalistas del Partido Aragonés (Par). Horas antes de la votación de la moción de censura que permitió el acceso (también con el apoyo de IU) de José Marco a la presidencia de la Diputación General de Aragón (DGA), tanto este candidato como el censurado Emilio Eiroa (regionalista) habían recibido la promesa de voto por parte del tránsfuga. Al final, sólo el aspirante socialista se hizo con sus favores. Las murmuraciones sobre el precio de la operación llevarían, de hacerse en voz alta, ante los tribunales a quien las formulara o a los protagonistas de la historia.

Gomáriz, profesor de Filosofía, de aspecto menguado, cincuentón que se ha apuntado recientemente al uso del teléfono portátil, del que hace ostentación en las largas horas de los plenos parlamentarios, gozó de escolta y coche oficial durante varios meses, puestos a su servicio por los socialistas con el pretexto de que recibía amenazas.

En las papeleras de Zaragoza se pudieron ver pegatinas con el lema: Por un Aragón limpio, Gomáriz a la basura, cuya distribución se atribuyó al Rolde Choven, las juventudes del Partido Aragonés. La espantada de Gomáriz del PP dejó, además, a los periodistas parlamentarios sin lugar de trabajo en las Cortes, al tener que habilitarle con premura la parafernalia que corresponde protocolariamente a cada grupo. La sala de prensa se convirtió en su despacho.

Su compañero de institución es médico del seguro y también gozó de coche puesto por la alcaldía para sus desplazamientos. Ahora está a la espera de que el juez le siente en el banquillo. Sobre él pende una acusación de haber prevaricado al adjudicar irregularmente unas obras a un constructor amigo suyo. Se arriesga a una condena de inhabilitación, tanto para cargo público como para continuar ejerciendo como médico a cargo de la Seguridad Social. De su voto depende Antonio González Triviño (dirigente regional socialista que acompañó como militante de UCI) durante urios años a Adolfo Suárez) para dirimir los empates desde que izquierda y derecha votan regularmente juntas en el Ayuntamiento zaragozano. Su última aportación ha sido impedir la reprobación del regidor socialista y la creación de una comisión municipal que investigue los presuntos pagos irregulares de la empresa concesionaria de la depuración de las aguas residuales en la capital aragonesa.

Sobre los dos tránsfugas se han lanzado los dardos más envenenados, especialmente desde sus antiguos compañeros de filas y desde los regionalistas. Sus argumentos exculpatorios apenas suelen ser inteligibles y, en el caso concreto de Gomáriz, sirven de chanza en los plenos. El presidente de las Cortes, un prestigioso político ahora en el PP (aunque en otros tiempos militara en las filas socialistas), tiene por costumbre reconvenirle tras sus intervenciones.

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En la anterior legislatura, otros dos populares (Manuel Nivela y Santiago Palazón) ejercieron este deporte del transfuguismo, también en las Cortes y el Ayuntamiento, aunque sus votos no fueron tan condicionantes como en el presente período de sesiones.

Esta afición tenía su precedente en la legislatura previa, cuando el Grupo Popular perdió a todos sus concejales, que pasaron a formar en bloque el Grupo Mixto consistorial.

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