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Moscú ignoró los vertidos de crudo en el Ártico, aunque la población lo advirtió en agosto

El petróleo estuvo fluyendo por dos agujeros al ritmo de 2.500 metros cúbicos diarios

Pilar Bonet

Los vertidos de petróleo que pueden amenazar al frágil ecosistema ártico nunca fueron un secreto para los habitantes de Usinsk, aunque las autoridades rusas y los medios de comunicación centrales de Moscú sólo reaccionaron cuando la información llegó del extranjero, mucho después de que ocurriera la avería en el oleoducto de Komineft. Con la desagradable sorpresa de las aguas negras del río Palmik-Chor se encontraron los habitantes de Usinsk, que, siguiendo sus tradicionales costumbres, fueron a recoger bayas o setas al bosque en agosto pasado.

A finales del pasado mes de agosto, la televisión municipal de Usinsk informo por vez primera de la catástrofe, según la directora de la compañía, Marina Judasárova.En unas imágenes que el país pudo contemplar ayer, el inspector del servicio municipal de protección de la naturaleza de Usinsk, Serguei Zhunióv, informaba que la avería había tenido lugar a principios de julio y que habían sido detectados 14 agujeros en el oleoducto. El inspector afirmó también que las diferencias de presión en las conducciones habían permitido detectar las pérdidas, y que el petróleo mezclado con agua seguía fluyendo en el momento de dar la entrevista al ritmo de 2.500 metros cúbicos por día por los dos agujeros de mayo res dimensiones.

La entrevista con Zhunióv se difundió el 30 de agosto en el informativo, semanal Kaleidoskop, según Judasárova. La televisión municipal de Usinsk tiene, según su directora, seis millones de abonados de pago, cuyas cuotas apenas sirven para mantener los servicios. La escasez de medios es tal que la redacción sacrifica a menudo las cintas del archivo para gravar nuevos materiales. La cintas de la catástrofe del oleoducto no corrieron, sin embargo, tan triste suerte y han dado la vuelta al mundo, aunque poca gente sepa que su autor fue un inspector forestal de apellido Záitsev y la televisión municipal de Usinsk, que las emitió el 13 de septiembre pasado.

La actitud de Judosárova, Zhunióv y Záitsev, que denunciaron los hechos, reveló que existieron periodistas y funcionarios rusos responsables, capaces de dar el grito de alarma. Ese grito, no obstante, no tuvo inicialmente ningún eco más allá del ámbito local. A principios de octubre, la televisión municipal de Usinsk mandó imágenes de lo sucedido a los estudios de la república de Komi, en Siktivkar, y también al principal programa de noticias de la televisión rusa, Vesti, en Moscú. Hacía falta, sin embargo, que la información viniera de allende el Atlántico para que los medios de comunicación centrales rusos dirigieran sus antenas hacia Usinsk. Fue entonces cuando los rusos se enteraron de la limpieza del río Kolva, junto al que se encuentra la localidad del mismo nombre, que cuenta con 500 habitantes. En Kolva, ayer, la jefa de la administración, Tcheslava Popova, no había decidido aún si demandar a la empresa Komineft, bajo cuya jurisdicción está el oleoducto, o si aceptar las compensaciones que Komineft ha prometido para resarcir a los habitantes del pueblo de la pérdida de 40 hectáreas de pasto contaminadas por el petróleo del río.

Komineft, que está a la defensiva ante los medios de comunicación, tiene también sus argumentos. ¿Con qué dinero puede pagar los sueldos y renovar su equipo una empresa que se ve privada del 90% de sus ingresos por los impuestos? A principios de septiembre el director de Komineft, agobiado por las deudas, se dirigió al jefe del Gobierno de Rusia, Víktor Chernomirdin, pidiéndole socorro.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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