¿Qué nos depara 1995?
En 1994 los mercados se han resentido de la evolución desfavorable de los precios de la renta fija y variable en prácticamente todo el orbe. Los gobiernos se han visto sorprendidos con una subida de tipos de interés de la deuda que encarece su financiación futura, y por caídas de la Bolsa que dificultan los procesos de privatización en curso. ¿Nos depara el año próximo mejores noticias?Empecemos por constatar el alto grado de concentración e integración en los mercados financieros internacionales. Debido a una serie de razones, entre las que están la liberalización de los flujos transnacionales de capital, la mejora de las tecnologías de transmisión de la información y de proceso y liquidación de órdenes de negociación, y la tendencia a la desintermediación bancaria y securitización, una gran parte de los activos financieros en que se plasma el ahorro mundial ha pasado a estar gestionada por un grupo reducido de inversores institucionales. Estos gestores de dinero, altamente profesionalizados y con acceso rápido a un conjunto parejo de información sofisticada, constituyen una comunidad relativamente homogénea e imbricada, en que las opiniones y los cambios de tendencia se propagan con rapidez, con frecuencia en respuesta a factores puramente técnicos o a cambios de sentimiento.
El ejemplo más nítido de este exceso de integración lo proporciona la evolución al unísono de los precios financieros en el mercado estadounidense y los mercados europeos, a pesar de hallarse en momentos claramente divergentes del ciclo. Otro buen ejemplo es la evolución pareja de los mercados de bonos y la Bolsa, independientemente de los resultados de las compañías.
Hoy nos encontramos a las puertas del cierre contable del ejercicio para la mayoría de las entidades del mundo. El nuevo año puede empezar sorprendentemente desvinculado del ejercicio pasado, como 1994 lo hizo de 1993. Partiremos de una reevaluación de las perspectivas y criterios para optimizar las cartera de inversiones, en un contexto de abundancia de fondos líquidos, en el que las ventas de posiciones especulativas parecen haber agotado su recorrido, y en el que el dólar podría estar ya cerca de su suelo a corto plazo. Bien podríamos estar ante otro ejercicio nuevamente dominado por el pesimismo; pero también a las puertas de una súbita reaparición del optimismo, y de un nuevo esfuerzo de compras de activos. Si esto es así, podemos esperar un retorno de los fundamentos como criterio de valoración, y que las consideraciones sobre las perspectivas de inflación y de evolución de las variables fiscales, o de las perspectivas de las compañías, vuelvan al primer plano de atención y a impulsar reequilibrios de los precios financieros.
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