Coeducación
Sobre las opiniones de los expertos-as vertidas en torno a la coeducación (EL PAÍS, 18 de octubre), me gustaría añadir algo. En mi corta experiencia como profesora en un centro de bachillerato pude percibir que, efectivamente, en clases- con mayoría de chicos que de chicas eran siempre ellos los que participaban cuando yo pedía su opinión, mientras ellas callaban o bien le hacían comentarios en voz baja a la compañera de al lado. No es que no tuvieran opinión, sino que se la guardaban porque, según me confesaron, sus compafieros se reían de lo que pudieran decir, algo que pude comprobar en el desarrollo de las clases, con la consiguiente llamada de atención por mi parte.Que las clases sean algo más que un espacio físico a compartir y que la coeducación sea un instrumento positivo y progresista en favor de una educación no sexista es algo que depende de todos. De los profesores-as con un esfuerzo añadido para hacer de la escuela un lugar participativo donde las mujeres y los hombres del futuro acudan no sólo a superar unas asignaturas que figuran en los planes de estudio, sino a aprender a convivir, chicos y chicas, fomentando la igualdad y la no discriminación.
Del resto de la sociedad dependerá que estas enseñanzas tengan su contirlación en la vida cotidiana y no sean motivo de frustración, sobre todo para ellas, una vez acabado el periodo escolar-