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Las vias pecuarias

Las vías pecuarias son los caminos fijos que usan, desde tiempos inmemoriales, los ganaderos trashumantes para trasladar sus rebaños a las zonas de pasto, debido a que la climatología que presenta la Iberia mediterránea es bastante adversa: los inviernos son fríos, y, en las montañas, las nieves y las fuertes heladas impiden el desarrollo de los pastos; en cotraposición, el verano es seco y prácticamente en el no se conocen las lluvias, por lo que los pastos se agostan, salvo en los sectores montañosos.Para solventar este grave condicionante, los ganaderos trashumantes trasladan sus rebaños del norte al sur peninsular, y viceversa, en función de la situación climatológica.

Para poder realizar estos desplazamientos, el ganado cuenta con unos caminos, las vías pecuarias. Las vías pecuarias se estructuran en un intrincado sistema (cañadas, cordeles, veredas, descansaderos y contaderos) que alcanza la cifra de 125.000 kilómetros de longitud, aproximadamente 450.000 hectáreas de extensión, es decir, el 1% del territorio del Estado español. La Comunidad de Madrid cuenta con una red de vías pecuarias de 4.040 kilómetros y casi 15.000 hectáreas.

Las vías pecuarias son, en definitiva, un patrimonio territorial de gran importancia, ya que se trata de suelo de dominio público, con todas las implicaciones legales positivas que conlleva este concepto (inembargable, imprescriptible e inalienable).

De los 125.000 kilómetros de vías pecuarias se han perdido, según diferentes valoraciones, de 25.000 a 50.000 kilómetros. Es decir, entre un 20% y un 40% del sistema de vías pecuarias ha desaparecido ya. Y todavía las administraciones públicas se niegan a aplicar una política de defensa activa, y efectiva, de este patrimonio que permita salvar la escasa funcionalidad que todavía le queda al sistema.

Las agresiones que sufren las cañadas madrileñas son múltiples y variadas. Una de las más comunes proviene de la construcción de infraestructuras de cualquier tipo, ya que al tratarse de terreno de dominio público no es necesario expropiar a nadie.

Así, se han construido carreteras, autovías y autopistas a lo largo de muchas vías pecuarias, o bien estas infraestructuras viarias han seccionado a estos seculares caminos, impidiendo la comunicación y rompiendo el hilo conductor de los mismos. Por ejemplo en Madrid, la N-III corta a la cañada Galiana e impide su continuidad. Parte del trayecto de, esta misma cañada ha sido ocupado por la carretera que sirve de acceso al vertedero de Valdemingómez. También la colada de Pozuelo ha sido convertida en una de las calles principales del polígono industrial El Ventorro del Cano. La carretera de Boadilla impide su continuación, y varias urbanizaciones han usado parte de su trazado para crear su viario.

Para más inri, el trazado de la M-40 va a afectar a la vereda de Castilla y a la colada de Pozuelo..

Ejemplo de otro bloque de agresiones en la Comunidad de Madrid, lo tenemos en el embalse de Valmayor, que hizo desaparecer cinco kilómetros de la cañada real segoviana, o la Vereda de Castilla (tramo que va desde el polígono industrial El Ventorro del Cano hasta la N-V) donde se ha reducido el ancho en ciertos puntos por la presencia de infraestructuras hidráulicas (depósito de agua de Retamares, estación elevadora de Retamares). La construción del aeropuerto de Barajas eliminó un importante número de vías pecuarias, cuyos restos, inconexos, están ocupados ilegalmente por infraviviendas. La "ciudad aeroportuaria" supondrá la liquidación de más vías pecuarias de los términos municipales de Madrid (Barajas) y Alcobendas. Así, desaparecerán para siempre la vereda de Barajas a Torrelaguna, la vereda de Barajas a San Sebastián de los Reyes, la colada del Arroyo de la Vega y los descansaderos de la dehesilla del Retamar y de la Ribera.

Pero tampoco debemos olvidar los problemas generados por el crecimiento urbano-industrial, que han dado al traste con importantes extensiones de cañadas. Crecimiento que no ha contemplado la presencia de la vía pecuaria.

No podemos dejar de mencionar las intrusiones de los agricultores (y otros muchos colindantes) en los latereales de la Via pecuaria, habiéndolas dejado reducidas, en numerosas ocasiones, a simples caminitos, cuya anchura no supera la de un tractor.

Pero el calvario que sufren estos caminos no acaba aquí; muchas personas, burlando la ley, se han construido el chalé o el huerto de turno en la vía pecuaria. Así tenemos en Madrid el caso de la cañada real Riojaná, Galiana o de las Merinas, donde en 15 kilómetros de cañada hay instalados 2.000 ocupantes ilegales, cuyas actividades carecen de control por parte de la Administración. Incluso en esta cañada hay ocupaciones ¡legales que albergan sustancias tóxicas y peligrosas. Así, en agosto de 1992 un rayo provocó un incendio en el que ardieron cientos de bidones de ácido clorhídrico, gasolina y acetileno que se encontraban en una de las ocupaciones ¡legales. En marzo de 1993 se incendiaron fortuitamente miles de neumáticos almacenados en otra ocupación ilegal.

Y si todo lo dicho antes, ahora no es suficiente, haremos mención a la instalación en las vías pecuarias de, vertederos o escombreras, que todo se admite. En otras ocasiones, como por muchas vías pecuarias discurren carreteras, se instalan gasolineras y otros. servicios, como en la cañada Segoviana, que ha sido ocupada en parte por la carretera. que une las poblaciones de Collado-Villalba y Moralzarzal, habiéndose autorizado la construcción de dos enormes gasolineras. La importancia de la cañada en este tramo es capital, y que es el límite oeste del parque regional de la Cuenca Alta del Manzanares, y constituye una pieza fundamental para el movimiento de flora y fauna entre el parque y las dehesas existentes al oeste de la cañada.

La lamentable situación de las vías. pecuarias madrileñas podría empezar a soluciónarse con el deslinde de las vías existentes y el desmantelamiento de las construcciones y ocupaciones ilegales instauradas en las mismas, devolviendo a las vías su anchura y continuidad anterior.

El Gobierno de la Comunidad de Madrid debe vigilar los proyectos de infraestructura viaria a fin, de evitar el efecto barrera de estas actuaciones, o bien la ocupación de las vía,s pecuarias por el sistema viarlo. Si por interés general, estas actuaciones se llevasen a cabo, deberá restituirse los terrenos ocupados o bien dar paso a las vías pecuarias mediante pasos subterráneos o elevados que permitan su continuidad.Hilario Villalvilla es vicepresidente de Aedenat.

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