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El Louvre continúa su renovación con una nueva ala de escultura no francesa

Enric González

El Gran Louvre sigue creciendo y ganando metros a la decadencia en el inmenso palacio de París. Ayer se abrió al público el ala Denon, la más próxima al Sena, como nueva residencia de la escultura no francesa. La calidad y belleza de la restauración ha dejado boquiabiertos a los críticos. La colección expuesta es menos impresionante que el ámbito, aunque mejora la representación de un arte que, en el Louvre, ha sido siempre el pariente pobre de la pintura. El ala Denon es el tercer tramo de la gran renovación del Louvre, una obra ingente que hubiera sido imposible sin los inmensos recursos económicos del Estado francés.

El primer hito, en 1989, fue la restauración del edificio central, dirigida por el arquitecto chino-americano leoh Ming Pei, que además de alterar radicalmente la perspectiva del inmenso edificio (las pirámides de cristal serán para siempre tan polémicas como la torre Eiffel) puso a descubierto el. pequeño tesoro arqueológico de los primitivos cimientos. El segundo hito fue la apertura, en 1992, del ala Richelieu y del subterráneo de la pirámide invertida, sin duda la galería comercial más elegante del mundo.

Los responsables del ala Denon, los arquitectos franceses Catherine Bizouard y Françoís Pin, han aportado al nuevo espacio una gran cantidad de luz y, sobre todo, reflejos: lo que es fatal para la pintura, es revitalizador para la escultura, La peculiaridad del pabellón, edificado por Napoleón III a mediados del siglo pasado como cuadra del palacio y dotado, por tanto, de grandes espacios y techos muy simples, ha permitido estilizar al máximo la decoración.

Piezas italianas y españolas

La colección del ala Denon está dividida en tres apartados: piezas italianas, piezas españolas y piezas del Norte de Europa (Inglaterra, Países Bajos y países germánicos). Dominan abrumadoramente, en cantidad y calidad, las primeras, con obras de Miguel Angel (dos figuras de esclavos destinadas al mausoleo del papa Julio II), Benvenuto Cellini (La ninfa de Fontainebleau), una pequeña Virgen con niño de Donatello y, sobre todo, un formidable Descenso de la cruz del siglo XIII, anónimo, en madera policromada.De entre lo español, lo mejor es lo medieval. Hay piezas procedentes del monasterio catalán de Poblet, como un capitel del siglo XII representando un combate entre hombres y leones, y del saqueo de otros monumentos. Una Curiosidad es la figura, en madera policromada con incrustaciones de cristal y hueso, de San Francisco muerto, adquirida en 1875 por un particular en el Rastro madrileño y vendida al Louvre en 1988 por una suma no desvelada. El San Francisco es atribuido a Alonso Cano, aunque el catálogo, que califica la obra de "la más importante adquisición española efectuada por el museo durante los últimos año", precisa que esa autoría "se avanza a título de mera hipótesis".

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