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Una moción de censura y una protesta sindical amenazan el futuro político del primer ministro Chernomirdin

Pilar Bonet

El Gobierno ruso se preparaba ayer para sortear el voto de censura con el que la oposición le amenaza mañana en la Duma Estatal (la Cámara baja del Parlamento) después de que el jefe del Gabinete, Víctor Chernomirdin, presente el restrictivo prespuesto estatal para 1995. La votación coincidirá con una protesta general de una hora contra el deterioro de la situación socioeconómica convocada previamente por los sindicatos rusos.Se espera que millones de personas participen en esta acción, que reivindica el pago puntual de los salarios e incrementos de los mismos de acuerdo con la inflación, que llega ya a un 10% sólo en lo que va de octubre, según manifestó ayer Mijaíl Slímakov, el presidente de la Federación de Sindicatos Independientes de Moscú (heredero de los antiguos sindicatos oficiales soviéticos). La dimisión del Gobierno no está entre los objetivos de la protesta.

La comparecencia de Chernomirdin ante la Duma ha venido precedida por un sensible incremento de la tensión política y un clima de regateo entre las diferentes fracciones parlamentarias, divididas sobre la conveniencia de plantear el voto de censura o conseguir alguna cartera en el Gobierno.

El voto de censura, que en vista de esta situación de los pasillos pudiera no llegar a plantearse, tendrá muchas dificultades para lograr la mayoría simple necesaria para prosperar (226 votos de un total de 450 escaños de la Cámara), según coinciden en afirmar fuentes gubernamentales y de la oposición. El Gobierno y el presidente -Borís Yeltsin cerraron filas ayer, al aparecer juntos en una reunión con dirigentes de 20 repúblicas rusas (todas excepto la rebelde de Chechenia), a los que se explicó las líneas maestras del presupuesto, destinado a re cortar la inflación.

Según la Constitución rusa, el voto de censura, de triunfar, no obliga al presidente a actuar, y, sólo en el caso de que se produzca un segundo voto de censura en el plazo de tres meses, el presidente debe elegir entre relevar al Gobierno o disolver el Parlamento.

Contra la crisis

El ministro de Economía, Alexandr Shojin, dijo ayer a la agencia Interfax que la única consecuencia práctica de un voto de censura sería poner de manifiesto la unidad en las filas de la oposición.La ideología del programa gubernamental contra la crisis económica y el proyecto de presupuesto han sido acogidos positivamente por el Fondo Monetario Internacional y el Club de París así como por los países industrializados del Grupo de los Siete, según manifestó Shojin.

El lunes, Yeltsin vio derrotado por segunda vez a su candidato al puesto de fiscal general de Rusia, Alexéi Iliushenko, quien fue rechazado por el Consejo de la Federación, la Cámara alta del Parlamento. Iliushenko, que obtuvo 13 menos de los necesario para ser elegido, ha actuado como fiscal en funciones en sustitución de Alexéi Kazannik, que dimitió el, pasado febrero tras acusar al presidente de coacción.

El Consejo de la Federación, entre cuyas prerrogativas está el nombramiento del fiscal general a propuesta del presidente, ya había rechazado a Iliushenko la pasada primavera. No obstante, Yeltsin volvió a insistir, lo que obligó a la Cámara a cambiar el reglamento para dar una segunda posibilidad al candidato. La Cámara acogió muy críticamente la defensa que Iliushenko hizo del Grupo Occidental de Tropas (GOT), recientemente retirado de Alemania, al asegurar que no se había detectado una corrupción masiva en la dirección de ese contingente militar, en contra de las afirmaciones del ex inspector general del Estado, Yuri Bóldirev.

Ayer, el ministro de Defensa de Rusia, Pável Grachov, salió al paso de las acusaciones de corrupción de que ha sido objeto en la Prensa rusa desde el asesinato del periodista Dmitri Jólodov y manifestó al diario Izvestia que era víctima de una conspiración por parte de elementos mafiosos cuyo objetivo era "tener acceso al presidente e influir en él". Grachov ha dicho estar dispuesto a dimitir, si no cuenta con la confianza del presidente.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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