Arte y parte
"Mena es muy bueno interrogando; Villarejo deja adivinar más sus intenciones". Una frase premonitoria que Joan Piqué Vidal pronunció el 21 de noviembre de 1986, mientras esperaba el resultado de la deliberación de la Audiencia sobre Banca Catalana. Córnea celeste, gélida retina, el abogado de Jordi Pujol en aquel affaire -asistió al presidente de la Generalitat en su declaración oral en la Casa dels Canonges- recuperó su memoria anteayer de madrugada, a las 3.30. Justo en aquel instante, el fiscal Mena -la hormiga atómica, para maldición de los funcionarios- renacía en el vestíbulo del juzgado de guardia: prisión sin fianza.Estalla una instrucción vertiginosa, sin red, sin protección, sin aforados. En la trinchera pública, bien pertrechada, aguarda la militante conjura de los boyardos: los fiscales Villarejo, Ramos, Echevarría, Mena, y otros demonios familiares del letrado Piqué. ¿Quién le va socorrer? ¿Dónde quedan los ex magistrados amigos Carlos Lorenzo-Penalva y Joaquín García Lavernia, que tanto le ayudaron en otro tiempo?
Esta vez no recayó el caso sobre su amigo, el polémico Luis Pascual Estevill, precisamente cuando ocho bufetes de Barcelona le han negado su ayuda en las últimas horas. Incluso le esquivan, al parecer, algunos penalistas que ya ensombrecen su imagen -despachos como el de Jofresa y Emilio Zegrí-, escuderos en tantos escándalos financieros de los últimos años: Planasdemunt, José Felipe Bertrand, James Sheelian, Ibercorp, entre otros. Por si esto fuera poco, tras el fallecimiento de Carlos Gil, comandante de la Guardia Civil, se esfumaron sus imperceptibles hilos con el mundo de las pesquisas;_ Piqué nunca olfateó con comodidad por la vía de Jefatura, donde reina ahora el inspector Zambrano, jefe de la brigada de delitos económicos y muy atento a. las órdenes de la fiscalía.
Esta vez irá solo, con la única protección de su poderoso bufete, el baqueteado Instituto de Equipos Jurídicos, consultorio Francis para los íntimos. Flirteará primero con la jurisprudencia de café -"soy sólo un pobre abogado", dijo el otro día, reverente, ante las cámaras de TV3-; pero en el juicio reverdecerá solemne su oratoria florentina. Conoce mejor' que nadie los negocios de su defendido. Más que un simple letrado, es la irrepetible versión de socio histórico-cliente amigo del inculpado, omnipresente en la lamentable estela de De la Rosa. Fue consejero de Renta Barna -crisis de Garriga Nogués-, desempeñó cargo en el consejo de Torras -crisis. de KIO- y también en el órgano de Grand Tibidabo, la sociedad en la que culmina el último estallido del financiero.
Precisamente, en cuanto ex consejero -y no simplemente secretario- de la sociedad utilizada para el presunto fraude "aparece ahora como arte y parte", expresan con cautela diversos medios próximos a la fiscalía. Pero no es la primera vez, porque ya en el caso de Renta Barna, administrando la sociedad, actuó como abogado del banco prestatario -la Garriga Nogués-, controlado entonces por De la Rosa. Le costó caro. Tanto que cuando Luis Usón se presentó como comisario de la quiebra de Renta Barna, Piqué Vidal tuvo que hacer frente a un aval de Í 1.000 millones de pesetas. De ahí las enormes minutas, dicen las malas lenguas.
Otros protagonistas de escándalos más recientes le deben comparecencias cómodas ante los tribunales. Entre estos últimos, Pedro Olabarría y Lorenzo Rosal, amigos del abogado y antiguos socios en las coyunturas inflacionarias de la Torras Hostench y la Harry Walker. Aunque con, menor intensidad dramática, incluso La Caixa adeuda a Piqué su hábil mezcla de calidad profesional y don de gentes. En pleno estallido de las primas únicas la entidad vertebró sus argumentos exculpatorios en la versatilidad del letrado; él mismo asistió al director general, Josep Vilarasau, ante Moreiras.
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