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Tribuna
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Pelotaris, SA

Tomàs Delclós

La ceremonia inaugural del Campeonato Mundial de Cesta no tuvo mucha solemnidad. El frontón de Gernika estaba medio lleno. Mejor dicho, medio vacío. El primer partido fue desfavorable a los rojos. Jáuregui y Aramburu sacaron mucha ventaja, y pronto, a Remen y Barrondo. Tanta que, a mitad del partido, los voceadores de apuestas se callaron. Era demasiado claro quién iba a ganar. Los boletos dejaron de volar por las gradas y los siete corredores dieron la espalda a la clientela para contemplar lo que estaba cantado, que los azules ganarían. Las últimas apuestas se quedaron en mil a quinientos, siempre hablando de duros. El novato no puede meterse en este comercio. Es para verdaderos catedráticos. Hay que dominar un veloz código de gestos y tener cierta solera para que los corredores sepan con quién tratan y te fíen.La economía del circo pelotari no se queda, sin embargo, en este baile de apues-tas. El mercado de Miami está cayendo. Hubo una huelga de tres años y después de tantas vacaciones los desafectos no han regresado a los frontones. En Filipinas, el Gobierno ha dado una semana para que se larguen 12 pelotaris.

Dicen que es un juego inmoral. La duda es saber si porque hay apuestas, porque son opacas al fisco o porque en tiempos anduvo metida en ellas la parentela de Marcos.

Sin embargo, en Euskadi, algo se mueve. En pala y mano especialmente. Todos coinciden en que la movida tiene un apellido: Asegarce. Es una empresa en la que está de socio el cocinero Arguiñano. En Asegarce, para hacerse una idea, venden los recetarios del patrón y de Arzak, tutelan la imagen de Julen Guerrero y producen un programa de bricolaje en TVE. Hace dos años, tras la consabida prospectiva de mercado, entraron en los frontones. Van sacando del pluriempleo a 72 pelotaris dándoles seguridad social y ficha -20 millones la más lujosa-; a los corredores de apuestas les han puesto un fijo para que nadie pueda pensar que les sale a cuenta organizar un tongo, y, sobre todo, han metido a la televisión en las canchas. Y con ella, publicidad y difusión.

Ellos, Eusko Pilota, Empresas Unidas, Jolasnahi, Galarreta y Euskal-jai-berri -en remonte-, dominan un deporte que sesteaba. Ahora, en cambio, han vuelto las ilusiones. Y no sólo en la patria del pelotari. Este verano, la misma Asegarce ha montado veinte festivales fuera de la comunidad, y no descartan rehacer el mercado en Madrid y Barcelona. Además, hay una gracia añadida a todo eso: en un país donde el Gobierno subvenciona hasta el marmitako, la- pelota profesional -tan de casa- aguanta sin pedir limosna. El dinero público va a los pelotaris aficionados y a un plan de promoción escolar de este deporte. Luego tienen que espabilarse, y están en ello.

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