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Tratar los síntomas y aliviar el dolor

El 60% de los pacientes que acuden a las consultas de reumatología del hospital La Paz, en Madrid, lo hacen por una artrosis. Es el achaque típico después de los 50 años: el 68% de las mujeres y el 58% de los hombres mayores de 65 años lo padecen. Pinchazos y dolores aparecen porque el cartílago que recubre las articulaciones, y que funciona como amortiguador del movimiento de los huesos, empieza a degenerarse. "Ocurre inevitablemente con la edad, pero desconocemos la causa", explica Antonio Torrijos Eslava, reumatólogo del hospital madrileño."En algunos casos aparece como consecuencia de una lesión, un traumatismo o una malformación del esqueleto, por ejemplo, las típicas piernas arqueadas que fuerzan un mal movimiento de las articulaciones al caminar", continúa Torrijos Eslava. Una ligera cojera y, a veces, unos chasquidos, es la característica de las artrosis de rodilla y de cadera, que en su fase incial pueden tratarse con unas simples aspirinas y algunos ejercicios que fortalezcan la musculatura. Es importante, en general, evitar el exceso de peso. En los casos más graves, se recurre a la implantación de una prótesis.

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"Uno de los problemas de las prótesis, sin embargo, es que tienen una duración limitada y luego hay que cambiarlas, por lo que no son recomendables para los pacientes más jóvenes", indica Torrijos Eslava.

Los implantes no son posibles en el caso de las artrosis cervicales y lumbares o cuando aparecen en los dedos de las manos, que se arquean como las garras de un ave. El dolor suele aparecer a rachas, al iniciar un movimiento o al incorporarse, y en algunas personas produce una especial sensibilidad ante los cambios de la presión atmosférica. En la mayoría de los casos se trata de dolores localizados y bien delimitados, que desaparecen con el reposo o cuando los músculos se engrasan o calientan.

Las artrosis cervicales que producen un dolor crónico son las más difíciles de tratar y a veces van acompañadas de ciáticas, de mareos y dolores de cabeza, producidos por la contracción muscular.

Algunas inflamaciones de tendones, como el codo del tenista o el codo de golf, o los movimientos repetidos y forzados pueden también degenerar en artrosis. Las posturas fijas, ante la pantalla de un ordenador, por ejemplo, son malas acompañantes.

"Si la causa es un defecto anátomico, se puede prevenir mediante una osteotomía, por ejemplo. Pero, en el resto de los casos, lo único que podemos hacer es tratar los síntomas", explica Torrijos Eslava. "Aunque no existe un fármaco capaz de regenerar ese tejido dañado, es posible proporcionar al paciente una buena calidad de vida. Que no se pueda curar no significa que el paciente vaya a acabar en una silla de ruedas". A veces, a pesar de que los reconocimientos la detectan con precisión, no produce síntomas.

En otros casos, más difíciles, sucede lo contrario: las radiografías no detectan ninguna lesión en el cartílago, pero el paciente se queja insistentemente de dolores y rigidez en hombros y cuello, dolores de cabeza o mareos: tensiones y malas posturas pueden ser la causa.

Cuando los analgésicos no son suficientes, hay que recurrir a los antiinflamatorios no esteroides, que pueden causar problemas en el estómago, lo que obliga a tomarlos junto con un antiácido.

Factores psicológicos

"Lo fundamental es realizar un buen diagnóstico", continúa Torrijos Eslava. "A veces, a pesar de ello, es cierto que el paciente no encuentra una solución a sus molestias, pero esto se debe a que el factor psicológico juega un papel muy importante a la hora de experimentar el dolor o de sentirse aliviado", prosigue este especialista. "A veces puede incluso ocurrir que el dolor desaparezca por si sólo, porque las crisis tienen un ciclo propio, y no por la medicación, aunque el paciente crea que ésta le ha hecho efecto".

Normalmente, los calmantes sólo son necesarios en los periodos de dolor agudo; después bastan los ejercicios. "El calor es un buen aliado, puesto que es analgésico y relaja los músculos, mientras que, al contrario, hay que evitar el frío", afirma este especialista. "Algo importante, por ejemplo, es que la artrosis no tiene nada que ver con la osteoporosis. Éste es un malentendido muy frecuente en muchas pacientes, tal vez porque se trata de dos trastornos que aparecen a partir de la menopausia. Más bien sucede todo lo contrario: hemos comprobado que cuanta más osteoporosis, menos, artrosis, y al contrario".

La dieta tampoco tiene una especial incidencia en la aparición de este trastorno o en su tratamiento.

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