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El Papa clama "¡la familia esta seriamente amenazada!" ante 140.000 católicos en Roma

El Vaticano organiza una jornada de masas como réplica a la conferencia de El Cairo

Dar "testimonio" y superar "el miedo" para realizar "un nuevo compromiso" en la "aún grande labor que nos espera" son los llamamientos lanzados ayer por Juan Pablo II ante unos 140.000 católicos de todo el mundo en la plaza de San Pedro con motivo del Día de la Familia. Tono de emergencia, proclama digna de una cruzada, que alcanzó la plenitud cuando el Pon tífice clamó: "¡La familia está seriamente amenazada!". O cuando, tras recordar el pulso que la Santa Sede acaba de mantener en la conferencia de El Cairo, el Papa proclamó: "Ésta es la hora de la familia".

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Un hombre y una mujer

Hasta esta intervención final de un acto que duró más de dos horas, el ambiente había sido, sin embargo, de fiesta. Bajo la estatua de San Pedro, en el margen izquierdo de la escalinata que da acceso a la basílica, se había dispuesto un insólito escenario decorado con flores y plantas sobre el que se alternaron predicadores, cantantes y, grupos de danza.En sus tres siglos largos de existencia, las columnas de Gianlorenzo Bernini no habían visto nada parecido a este espectáculo, que Carol Wojtyla siguió atentamente bajo el baldaquino portátil que preside la plaza.

Todo, la gran masa de fieles, el enlace con Mundovisión, e tono popular y participativo del encuentro, respondía al gusto por la gran comunicación de este Papa. Y también al modo de hacer de los nuevos movimientos mixtos, de laicos y religiosos, que han alcanzado gran difusión durante su pontificado, marcándolo con grades intermedios entre la vida seglar y la consagrada y con ritos y ritmos que, hasta hace poco, eran exclusivos de las iglesias evangélicas norteamericanas.

El Movimiento Neocatecumenal, los focolarini italianos, Comunión y Liberación y el Opus Dei han sido las instituciones que han participado en la comisión organizadora de estos actos, junto a prelados designados por el Consejo Pontificio para la Familia.

Los focolarini, especialmente, por su expresa vocación familiar y misionera han impreso carácter a unas celebraciones de las que ya tenían experiencia previa, por haber organizado, hace dos años, un family feast en la periferia romana.

Público variopinto

Entre todos, han logrado atraer a Roma a unos 150.000 católicos, de los. que el grupo nacional más numeroso (unos 80.000) es italiano, seguido de unos 20.000 españoles y, a gran distancia, de unos 7.000 franceses, 2.000 alemanes, 1.000 polacos, 1.500 ingleses, 1.000 norteamericanos, y así sucesivamente. Los organizadores destacan que fieles procedentes de los países más ricos habían dado limosnas para que ciudadanos de 36 países pobres, pudieran viajar a Roma. Asimismo asistió al acto la madre Teresa de Calcuta.El público resultaba, por ello, sumamente variopinto: grupos con trajes regionales; familias pudientes. vestidas de Loden y Chachemire, con sus sillas plegables y las niñas endomingadas; familias de clase, media, incluso con la abuela; jóvenes con vaqueros y tantos obispos como pueden verse durante estas semanas en que se celebra el sínodo en la capital italiana.

Todos ellos congestionaron el tráfico romano desde primeras horas de, la mañana y aplaudieron, por la tarde, las actuaciones de los niños de la Orquesta Suzuki de Turín o de la cantante israelí Noa, artista que ha sido alabada en el Vaticano porque entona el Ave María de Bach-Gounod a pesar de seguir profesando la religión judía.

También tuvieron la oportunidad de participar con Juan Pablo II en un canto organizado a la manera de un karaoke dirigido por las tres grandes pantallas de televisión que había en la plaza.

Crecido físicamente, como suele aparecer en estas grandes ocasiones masivas, el pontífice quiso refrescar la memoria de la muchedumbre reunida a sus pies, y proclamó: "Una cierta tendencia, surgida en la reciente Conferencia de El Cairo y en otros encuentros, así como algunos intentos habidos en los Parlamentos de torcer el significado de la familia privándola de la referencia natural al matrimonio, han demostrado la gran necesidad de los pasos que la Iglesia ha dado para sostener a la familia y su indispensable función en la sociedad".

"Gracias a la acción concorde de los episcopados y de los laicos comprometidos", añadió Juan Pablo II, "hemos afrontado numerosos obstáculos e incomprensiones, con tal de poder ofrecer este testimonio de amor, que ha subrayado el inseparable vínculo de solidaridad que hay entre la Iglesia y la familia. Pero, ciertamente, es todavía grande la labor que nos espera".

El Papa pasó a explicar posteriormente la importancia actual de la familia, tal como él la ve en estos tiempos: "Ante la degradación cultural y social y la difusión de plagas como la violencia, la droga, la criminalidad organizada, ¿qué garantía de prevención y recuperación mejor puede haber que una familia unida, moralmente sana y socialmente comprometida?".

Por último, Juan Pablo II advirtió a su grey: "No tengáis miedo. El Señor os llama a ser protagonistas de una nueva etapa de esperanza".

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