Basqueland y los consejeros del gran capital

En Tokio, Nueva York, Londres, Zúrich y Bonn, los anónimos y todopoderosos ejecutivos que preseleccionan para los grandes capitales las áreas idóneas de inversión en el mundo tienen escrito junto al nombre Basque Country o Basqueland, las siglas ETA."Los preseleccionadores disponen de un gran abanico de posibilidades, y basta que aparezca la violencia para -que te caigas de la lista a las primeras de cambio", afirma el vicelehendakari Jon Azua desde la autoridad que le da el haber constatado este dato fehacientemente.

La influencia de ETA y de las imágenes que su violencia genera contribuyen a explicar la raquítica inversión exterior en Euskadi y quizá también la inhibición de algunos capitales no necesariamente foráneos, aunque es sabido que no ha sido precisamente la industria la destinatoria de la gigantesca bolsa de dinero exterior invertida en España. "El capital que ya está aquí sigue apostando por Euskadi, pero los que no están nos ven desde la lejanía mental, condicionados por las imágenes de violencia que llegan a todos los extremos del mundo", señala Jon Azua.

El alcance del efecto real del terrorismo sobre la economía vasca es una cuestión sometida a polémica en la medida en que resulta difícilmente evaluable. Salvo para aquellos empresarios que han padecido en sus propias carnes el chantaje y la amenaza y determinados cónclaves de inversores vascos que hace tiempo dejaron de tener intereses en el País Vasco, se considera, en general, que el terrorismo no juega un papel decisivo pero es un enorme lastre que condiciona seriamente la economía. Más aún, existe una cierta unanimidad de que el País Vasco no podrá "levantar la cabeza", aspirar a volver a los puestos cabeceros de renta per cápita, mientras persista la violencia.

"El terrorismo ha minado la capacidad del país, ha quemado muchas energías, ha distraído a la gente, ha impedido ajustamos a la situación y también ha servido de coartada", indica el profesor Antxón Pérez de Calleja.