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ELECCIONES VASCAS

Con sus propias fuerzas

El capital vasco tiene su mejor activo en el entramado industrial en la capacidad de expansión

Sin casi iniciativa privada, ni grandes grupos empresariales propios, exceptuando a la Corporación Mondragón Cooperativa, la Corporación IBV y a Gamesa, esta última creada con un riesgo público de 12.000 millones de pesetas y sin el concurso de los bancos locales, el País Vasco fía su recuperación a sus propias fuerzas y al presupuesto público. Mucho más después de haberse disipado los proyectos de atraer a la McDonnell Douglas o de instalar de la mano de Iñaki López de Arriortúa las ansiadas plantas de la General Motors y de la Volkswagen, que, además de actuar de tractores de la industria local, debían, como el Museo Guggenheim, permitir mostrar una enseña vasca de prestigio en la esfera internacional.El capital vasco, el mejor activo del país, y en esto coinciden todos los analistas, no es otro que su cultura industrial, la riqueza de su entramado de pequeñas y medianas empresas, la disposición de los vascos a patear los mercados internacionales mucho antes de que cayeran las fronteras.

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Sin brújula para el despegue

En los últimos años, más del 55% de las empresas vascas han sido desmanteladas, pero una buena parte de las que han resistido a las implacables reglas del mercado presentan los perfiles de calidad y competitividad necesarios para la supervivencia.

Inversión en I +D

De las 500 empresas españolas homologadas con el sello internacional de calidad, 150 son vascas, y la inversión en I+D. es aquí el doble que la media española. Es un dato doblemente significativo si se tiene en cuenta que Euskadi produce fundamentalmente productos industriales sometidos mucho más que otros sectores a la dura competencia internacional. Aunque muchas de las empresas siguen inmersas en una economía de pura supervivencia que impide su renovación tecnológica y su diversificación, otras muchas "han saneado sus activos laborales", en palabras de Jon Azua, y han mejorado, además, su situación financiera y técnica.

Los parques tecnológicos de Zamudio, en Vizcaya, que alberga al Instituto Europeo de Software, y Miramón, en San Sebastián, son un soporte valiosísimo para esa nueva industria, en la que la ingeniería y la informática deben sustituir a la chimenea clásica.

Los convenios firmados para posibilitar que los estudiantes de FP ejerzan buena parte de su preparación en las empresas de alta tecnología, con institutos como el de máquina herramienta de Elgoibar, elogiado por los expertos alemanes, o los acuerdos pioneros de la Mesa de Relaciones Laborales, citada como ejemplo de estabilidad por la OIT, demuestran que la reacción se está produciendo siquiera en el campo de la formación.

Las esperanzas se centran ahora preferentenente en Gamesa -que subcontratará unos 10.000 millones anuales y permitirá participar en el sector aeronáutico a un total de 150 empresas vascas- y en la Mercedes Benz, cuya inversión en Vitoria asciende a 50.000 millones, así como en la Acería. Compacta de Bizcaia, conocida como la miniacería. Según afirma Jon Azua, el Grupo Siderúrgico Vasco (SGB), resultante de la reestructuración y concentración de los aceros especiales, puede ocupar un puesto relevante en el mercado europeo.

La aplicación de la política industrial del Gobierno vasco en estos últimos años ha estado, naturalmente, sujeta a la crítica, pero lo que ni los, sindicatos ni los empresarios niegan es que el Ejecutivo vasco se ha volcado decididamente en apoyo a la industria y la empresa con ayudas, avales y subvenciones.

Además de sostener a empresas que se encuentran en situación comprometida mediante programas como el 3R -47.000 millones en avales, de los cuales 19.000 han resultado fallidos hasta el momento-, el Ejecutivo vasco ha destinado a la industria a lo largo de toda la legislatura una cifra declarada de 180.000 millones de pesetas y junto a las diputaciones forales ha ofrecido, además, una panoplia de ayudas a la exportación, a la creación de empleo neto, a la renovación tecnológica, a I+D, inexistentes en Europa, así como las famosas "vacaciones fiscales".

Menor presión fiscal

La presión fiscal efectiva en la comunidad autónoma vasca está hoy, según el consejero de Hacienda José Luis Larrea, cinco o seis puntos por debajo del resto del Estado. En este empeño, Euskadi se ha hipotecado muy seriamente con un presupuesto gubernamental de 630.000 millones dedicados en sus dos terceras partes al gasto social.

El déficit público vasco supone el 3% del PIB, unos 120 millones de pesetas, un tercio de los cuales corresponden al Gobierno vasco y el resto a las diputaciones, ayuntamientos y Administración central. La deuda viva acumulada asciende al 16% del PIB, 640.000 millones de pesetas, de las cuales 265.000 pertenecen al Gobierno vasco.

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