El arte de demoler
El autor polemiza con Aleix VidaL-Quadras en defensa de la legitimidad de los acuerdos entre el Gobierno y CiU y arremete contra la denuncia de contubernios nacionalistas.
Los hombres son tan tan incautos que cuando uno se propone engañar a los demás, nunca deja de encontrar tontos que le crean". La frase de Maquiavelo refleja sin duda el espíritu que animó el artículo de Aleix Vidal-Quadras (EL PAÍS, 21 de septiembre), y cuya extensión, a primera vista, prometía la presencia de algún contenido nuevo.Sólo se trata, sin embargo, de un texto que tal vez agrade a sus valedores, pero que nada aportará a su gloria. Y es que ya empieza a cansar la repetición de la pretendida ilegitimidad de los acuerdos etre Gobierno y CiU, y cansa mas aún la denuncia de contubernios nacionalistas destinados a la destrucción de España. Es nueva, eso sí, la llamada a la guerra santa, aunque resultaba harto previsible dadas las últimas orientaciones de lo que, con cierta soma, empieza ya a conocerse como el "integrismo hispánico". No se trata de cuestiones a tomar en broma.
Examinemos primero la tacha de ilegitimidad de los acuerdos entre gobierno y nuestra coalición. Nadie negará que los parlamentarios de CiU representan por igual a los ciudadanos que los pertenecientes a las restantes formaciones. ¿En virtud de qué se nos niega el derecho a contribuir a la formación de mayorías y a pactar las medidas oportunas?
Pero tampoco puede formularse reparo alguno a los resultados de tales acuerdos: defensa de la economía productiva, fomento de la competitividad de nuestras empresas o medidas de apoyo a las familias son logros objeto de legítimo orgullo. La vergüenza debería surgir en aquellos partidos que anteponen su estrategia electoral demoledora a la formulación y aportación de ideas útiles.
Existe quien afirma que los pactos encubren chantajes inconfesables y contrapartidas discriminatorias entre comunidades. Nuestro autor insiste en dicho tópico aunque no pueda concretar ejemplos. Sabe -aunque pretenda disimularlo- que cuando desde CiU se reclama participar en los fondos de cohesión, se debe al hecho de que Cataluña tiene asumidas una parte importante de las competencias a cuya ejecución se destinan tales fondos. Y esta reivindicación es extensible a todas las comunidades. El hecho de que algunas -podría aludir al caso gallego- no elaboren proyectos para beneficiarse de esos fondos no puede coartar la iniciativa de comunidades mas dinámicas.
¿Puede alguien indicar qué medidas se han aprobado en favor de Cataluña y que no sean de aplicación a las restantes comunidades? Tal vez lo que disguste a ciertos sectores nostálgicos de la uniformidad y del centralismo sea precisamente la existencia de las comunidades, ante el temor de que éstas puedan evidenciar diferentes capacidades de gestión y de esfuerzo y presenten eficaces resultados. Pero no existen agravios comparativos ni beneficios particulares, y quien afirme lo contrario miente.
Desde el PP se reclama a los nacionalistas "lealtad constitucional". Y se olvida que dicha lealtad es un camino de doble sentido y que la lealtad no radica en otra cosa que la lealtad al pacto que hizo posible la Constitución. Al negar la plurinacionalidad de nuestro Estado, el PP niega el derecho ciudadano a la identificación con su comunidad natural. Niega lo que es una realidad y un derecho fundamental e inalienable; y si al negar la realidad incurre en ignorancia, al negar un derecho fundamental incurre, lo que es más grave, en una actitud contraria a las exigencias democráticas.
Cuando Vidal-Quadras reclama la formación de un sano catalanismo "implicado sin reservas en el atrayente destino común", como una de las prioridades de la sociedad catalana, oculta que ésta ha de ser una de las prioridades de la sociedad española. Si la lealtad ha de exigirse en ambos sentidos, poco esfuerzo están dispuestos a hacer quienes fomentan la división con demagogia y engaño.
Si cuando alude a los "micronacionalismos reduccionistas y segregadores" que no pueden ser "domesticados ni reconvertidos" y que "sólo pueden y deben ser confrontados y vencidos" el autor se refiere al nacionalismo catalán, es obvio que no contribuye precisamente a fomentar el acercamiento de las distintas posturas, existentes. Yo creo que la vía para formar un "atrayente destino común" no radica en doblegar a nadie, sino en el respeto mútuo y en la aceptación de la pluralidad como elemento enriquecedor.
Olvídese, Aleix, de banderas victoriosas y de cruzadas. Mejor será centrar su innegable capacidad intelectual en documentarse a propósito de Cataluña y de la riqueza que supone la diversidad nacional del Estado. Verá que el respeto es el mejor nexo de unión y ayuda a que personas y pueblos se expresen libremente en democracia. Y por favor, no venda, como nuevo Esaú, su credibilidad democrática por un plato de lentejas electorales. Sea serio.
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