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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Romeo y Julieta en los infiernos

Varios son los reproches que recibió Días contados con ocasión de su pase por el Festival de San Sebastián, donde, como se recordará, obtuvo la Concha de Oro, así como -el premio para uno de sus actores, Javier Bardem. Algunos comentaron que el filme resultaba inverosímil en su tratamiento de la clandestinidad etarra, lo que llevaba a los detractores a negar nada menos que la base sobre la que el filme se asienta, que no es otra que los amores entre un terrorista y una drogadicta en el Madrid de hoy mismo. Otros afirmaron que el filme suponía una traición a la novela de Juan Madrid que le sirve de base, en la que no hay la menor referencia a ETA o a las actividades del comando Madrid.A quien esto firma le parece, con toda modestia, que este tipo de afirmaciones son del todo triviales. A nadie se le ocurriría, por poner un ejemplo, reprochar a Hitchcock la forma tan poco realista como muestra las actividades de los espías soviéticos en Con la muerte en los talones, y prácticamente existe unanimidad a la hora de situar este filme entre los que mejor han sabido aprovechar un contexto político para situar en él una acción que nada tiene que ver con éste. Salvando las distancias, es lo que Imanol Uribe hace de esta su mejor película hasta la fecha: un brillante ejercicio de apropiación de un referente ajeno para revertirlo, y con excelentes resultados, en un producto del todo diferente.

Días contados

Dirección: Imanol Uribe. Guión: I. Uribe, según la novela de Juan Madrid. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Música: José Nieto. Producción: I. Uribe y Andrés Santana para Aiete Films y Ariane Films. España, 1994. Intérpretes: Carmelo Gómez, Ruth Gabriel, Javier Bardem, Candela Peña, Karra Elejalde, Elvira Mínguez. Estreno en Madrid: cines Roxy B, Renoir y Princesa.

Días contados es, por tanto, un thriller que cuenta lo que, grosso modo, cuenta la inmensa mayoría de los mejores productos del género: el amor desesperado y terminal entre un Romeo y una Julieta que saben mucho de la vida, no en vano están situados más allá de la frontera de la ley y cada uno arrastra tras de sí su propio infierno personal. El etarra (Carmelo Gómez, extraordinariamente sobrio y efectivo), la quiebra de sus ideales, sólo esbozada aunque perfectamente comprensible a la luz de un par de conversaciones con el miembro femenino del comando. La chica (Ruth Gabriel, el debú más deslumbrante del último cine español), su propia drogodependencia añadida al terror que le inspira el regreso de su marido, preso por traficante.

Sutileza

Para hacer creíble el romance entre estos dos personajes, Uribe se sirve de tres elementos. fundamentales: uno, la puesta en escena de una austera sobriedad, seca y cortante como un látigo; no abunda en el filme la efusión sentimental, todo es en él contención, matiz, sutileza. Dos, unos diálogos que beben en gran parte de la novela de Juan Madrid, pero que unos intérpretes trabajados sabiamente por el director, hasta convertir su trabajo en un todo armónico, devuelven al respetable como una palpitante tranche de vie, un ejercicio behaviorista de etólogo social al cual tan poco acostumbrados nos tiene nuestro cine. Y tres -y es ésta la principal virtud de Uribe-, saber emplear un tema candente como es el del terrorismo para, aun utilizándolo a su favor, no caer ni en la diatriba ni en la apología: en este sentido, quienes vayan a ver Días contados como una película "a favor de" se llevarán un chasco.La función de la política en el filme está férreamente supeditada a un objetivo concreto, la pasión amorosa, y no al revés. Porque, sin ninguna duda, lo que interesa contar a través de ella es lo que han contado siempre todas las historias, el encuentro de dos personas a quienes la pasión arrastra más allá de toda prudencia. Apúntese como virtud de Uribe el saber actualizar los siempre difíciles y apasionantes resortes de thriller; el saber hacer, en definitiva, lo que siempre debería intentar todo director de género que se precie contar una historia como si nunca antes hubiese sido contada.

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