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Los casos de corrupción llevan a Balladur a anticipar su campaña presidencial

Enric González

En teoría, hay aún decenas de candidatos a la presidencia de Francia. En la práctica, sólo quedan tres: los gaullistas Édouard Balladur y Jacques Chirac pugnan por representar a la derecha, mientras el socialista Jacques Delors ha asumido el liderazgo de la izquierda sin necesidad de decir palabra. El primer ministro Balladur, en apuros por las acusaciones de corrupción contra cuatro ministros de su Gobierno, ha decidido no esperar hasta enero y lanzarse ya a la campaña.

Valéry Giscard d'Estaing y Raymond Barre han sido las primeras víctimas del balladurismo. El ex presidente Valéry Giscard d'Estaing quería una segunda oportunidad. Su ex primer ministro Raymond Barre aspiraba también a residir en el palacio presidencial. Los planes de uno y otro se hundieron este fin de semana, en una escena patética. Ambos debían intervenir ante los parlamentarios de la coalición Unión para la Democracia Francesa (UDF), de la que el propio Giscard es presidente. A la hora convenida, el sábado a las 15.00, la sala estaba vacía. Sus presuntos entusiastas se habían quedado de sobremesa con el rival Édouard Balladur.Ya no queda duda de que la coalición UDF se siente bien representada por el gaullista Balladur y renuncia a concurrir a las presidenciales con un candidato propio. Si hay candidato UDF, será sólo táctico: para mantener una imagen de autonomía frente a los gaullistas, con los que comparten el Gobierno, o más probablemente para retirarlo a cambio de futuros favores del presidente Balladur. El combate por el liderazgo de la derecha queda circunscrito al interior de un partido, el gaullista Reagrupación para la República, cuyas estructuras crujen por las embestidas mutuas de Balladur y Chirac.

Édouard Balladur se había acostumbrado á sestear en lo alto de los sondeos de opinión y a esperar que el tiempo le pusiera en la mano las llaves del palacio del Elíseo. Pero los jueces le están complicando las cosas y, ante las acusaciones de corrupción contra su Gobierno, Balladur se ha visto obligado a actuar.

Primero, anticipando su golpe de mano sobre la UDF. Segundo, presentándose más como futuro presidente que como actual primer ministro. En julio cayó un ministro, Alain Carignon, procesado por presunta corrupción. La semana pasada quedó en la picota y pendiente de dimisión el influyente Gérard Longuet (Industria), presidente del Partido Republicano (PR) y puntal de la coalición UDF. Y otros dos caminarán pronto en la cuerda floja. Frangois Léotard Defensa), presidente de honor del PR, y Alain Madelin (Empresas), ambos de la UDF y balladuristas, pueden ser encausados por corrupción a raíz de una investigación que la fiscalía general debe abrir esta semana.

Investigación

El nuevo caso se refiere a la financiación del PR y a unas maletas llenas de dinero. Según el juez Renaud van Ruyinbeke, que fue azote del Partido Socialista y ahora lo es del PR, 28 millones de francos (casi 700 millones de pesetas) en efectivo y de procedencia oscura fueron ingresados en las cuentas republicanas entre 1987 y 1991.Las fechas son esenciales, porque el Gobierno socialista que encabezó Michel Rocard aprobó en el año 1990 una amnistía para los delitos relacionados con la financiación de los partidos políticos. Si hubo algún ingreso posterior, como afirma el juez que investiga los actuales casos, no está cubierto por la amnistía.

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