Hasta las narices del 'boterismo'
Hasta cuándo vamos a tener que soportar esta intoxicación de boterismo, que se extiende desde hace varios meses por el paseo de la Castellana.Estamos a finales de septiembre y he regresado de las vacaciones con la esperanza de encontrar el paseo liberado, al fin, de la insufrible plaga de esculturas, tan rollizas como desgastadas por las infinitas caricias de sus complacientes admiradores.
Debo reconocer que la primera vez que las vi me parecieron originales y graciosas, pero después de contemplar semana tras semana el deterioro de un paseo siempre cubierto de flores, que varían según las estaciones, me resulta penoso observar el deplorable aspecto que presenta, con las vallas metálicas y los jardines pisoteados.
Por no hablar de la plaza de Cibeles, con ese desmesurado torso que pretende competir, al menos en lo que respecta a tamaño, con una estatua mítica.
Ignoro qué va a ocurrir con estas esculturas, pero sentiría una grata satisfacción si un buen día, al cruzar la plaza de Cibeles, no tuviera que sacar la cabeza por la ventanilla del coche para esquivar el metálico torso, y pudiera contemplar a mi antojo el edificio de Metrópolis.
No más regalos, por favor, señor Botero.
Déjenos conservar el encanto de nuestra arquitectura porque, para nuestra desgracia, los españoles somos así: incapaces de decir que no, y capaces de colocar en nuestra propia casa una pieza del drugstore junto a una joya de Museo.-
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