"La crueldad de Stalin tenía objetivos políticos; la de Hitler, biológicos"
Lord Bullock llegó a la Universidad de Oxford en los años 30 interesado en estudiar la historia clásica; pero el destino le llevó a consagrar su vida al siglo XX. Pocos años después era uno de los principales responsables de la guerra piscológica de la BBC contra el Tercer Reich y uno de los primeros historiadores en tener acceso a los archivos de Nuremberg tras la derrota nazi. Su primera obra es ya un clásico: Hitler, a study of tiranny (1952).Pregunta. ¿Se puede ser Plutarco en el siglo XX?
Respuesta. De Plutarco sólo tomo el subtítulo. Comparo las vidas de ambos dictadores separadamente para descubrir sus diferencias, su carácter único e individual, sin convertirlos en ejemplos de una categoría general ni pretender construir un modelo único de dictadura. No soy sociólogo.
P. ¿Cuáles son las principales diferencias entre Hitler y Stalin?
R. Sus diferencias son tan grandes como las que había entre Rusia, un país de campesinos, y Alemania, que era uno de los países más industrializados de la época. Hitler hizo su propia revolución; Stalin la heredó de Lenin. Ambos se consideraban elegidos por el destino, pero mientras que, Hitler tiene una gran confianza en sí mismo y explota su personalidad, Stalin la oculta. Nunca se dirigió a la gente y hablaba de sí como defensor del legado de Lenin. Stalin siempre tuvo miedo de que alguien desafiara su liderazgo, Hitler nunca. La crueldad de Stalin tuvo un propósito político, la de Hitler tenía objetivos biológicos. Ambos fueron terribles pero por motivos muy distintos. Stalin sustituyó el sueño de Hitler. Éste tenía la visión de crear un imperio nazi en el Este de Europa. Stalin lo superó creando un imperio soviético en centroeuropa.
P. ¿Pueden los individuos solos determinar aún el devenir histórico?
R. La mayoría de las veces no cuentan, pero en circunstancias de crisis son decisivos, como en Alemania durante la recesión de los años 20 o en la URSS con la revolución, o en Suráfrica actualmente. Mandela y De Klerk son casos inesperados. También hay gente que desempeña un papel importantísimo en un corto espacio de tiempo como fue Ghandi en la India, Churchill en 1940, Gorbachov o el rey Juan Carlos tras la muerte de Franco. Y momentos en los que falta ese hombre como ocurre ahora en Yugoslavia o en China.
P. Limpieza étnica, racismo, desempleo, fundamentalismo religioso... ¿Resurgen las doctrinas totalitarias?
R. El ser humano siempre está en riesgo y sólo existen dos peligros: que seamos demasiado optimistas o demasiado pesismistas. Después de todo lo mejor de la segunda mitad del siglo XX es que no hayan tirado la bomba atómica. Sorprendentemente siempre se produce un equilibrio entre el horror y la bondad. Hace un año no nos hubiéramos creído la transición que está teniendo lugar en Suráfrica, ni los procesos de paz entre Israel y los palestinos o en Irlanda del Norte.
P. Hace años definió el siglo XX como "el siglo de Ja revolución de la esperanza" y que ésta era "una revolución frustrada". ¿Mantiene esa opinión?
R. Hoy no estoy tan seguro. Sólo puedo decir que el siglo XX es el último en el que Europa fue el centro.
P. ¿Qué futuro le augura a Europa?
R. Es imposible decir si tiene futuro. Debe existir un mercado común europeo y nadie quiere romper la idea de Europa como concepto económico. En cualquier caso llevará tiempo y será difícil integrar a los países de Este. Ahora bien, no hay otro lugar en el mundo donde sea más difícil conseguir la unión política que en Europa, con tantas naciones y tan largas historias, tradiciones culturales y lenguas.
P. ¿Qué consejo daría a los jóvenes historiadores?
R. A lo largo de mi vida he visto ampliarse el concepto de historia, lo que me parece muy bien, pero creo que nunca debe olvidarse la política. Por otra parte, y en esto discrepo de mis colegas, no se debe escribir historia sólo para historiadores, sólo para revistas especializadas. El historiador debe elegir grandes temas y dirigirse al público en general".
Babelia
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