La España plural
EL SENADO español vivió ayer una jornada histórica. Por primera vez en este país, una institución emanada de la soberanía nacional desarrolló sus trabajos en las lenguas vernáculas de las nacionalidades y regiones autónomas, españolas todas Como el castellano. Los idiomas propios de Galicia, Cataluña, Comunidad Valenciana y Mallorca han sido empleados con naturalidad en Madrid por los respectivos presidentes autonómicos. Hay que lamentar la ausencia de la más antigua de las lenguas de la Península, el euskera. Los responsables de este vacío han preferido" especular con ventajas electorales a corto plazo a hacer acto de presencia con todo el peso que la larga historia de España otorga a sus representantes.La expresión de la pluralidad lingüística de España habría quedado en una cuestión meramente formal y protocolaria de no ser por el contenido de las intervenciones. Algunos de los discursos registrados en la primera jornada del debate pueden calificarse de muy importantes, quizá de históricos, empezando por el del presidente del Gobierno catalán, Jordi Pujol. El presidente de la Generalitat, presentado con frecuencia como la imagen de un nacionalismo particularista e incluso antiespañol, defendió con convicción y credibilidad su catalanismo solidario, y afirmó con energía tanto la identidad catalana como su voluntad secular de integración en España, concebida como una unidad histórica perfectamente consolidada. En pocas ocasiones se ha explicado el contenido de la reivindicación catalana en Madrid con tanta claridad, contundencia y cordialidad como ayer lo hizo Pujol.
Contrasta sobremanera la actitud de los nacionalistas catalanes con las duras palabras pronunciadas el día anterior por el presidente del Partido Nacionalista Vasco, Xabier Arzalluz, negando toda lealtad a la Constitución. El desaire peneuvista no es nuevo, pero su renovación en una jornada oportuna como el Alderdi Eguna (día del partido), en vísperas del debate del Senado, le da una mayor dimensión. Es paradójico que el PNV se desligue de la Constitución por no haberla votado e ignore el compromiso que asumió al votar el Estatuto vasco, que como tal se incorpora al núcleo duro del cuerpo constitucional.
Es de lamentar, en cualquier caso, que el euskera y la voz del nacionalismo vasco hayan faltado a la cita de esta jornada. Su ausencia no contribuye ciertamente a reforzar ni el Estado de las autonomías ni esta Constitución tan sospechosa para el PNV, pero difícilmente contribuirá tampoco a consolidar la propia realidad del autogobierno vasco y la necesaria comprensión de su desarrollo por parte de los demás españoles.
La lealtad a la Constitución, el consenso sobre cualquier reforma del Senado y el mantenimiento del actual título VIII de la Carta Magna -definitorio del actual Estado de las autonomías- son las bases para el diálogo planteado por el presidente del Gobierno, Felipe González. En sintonía con los nacionalistas, González reconoció que la autonomía no es una mera descentralización, sino un "proyecto de convivencia que integra la pluralidad". Sus ideas encajan así con la actitud reivindicativa planteada por Pujol. Por lo "sino, sitúan cuesta arriba las pretensiones peneuvistas de un diálogo desde fuera, desde la automarginación del pretendido agraviado. Desde la filas del propio Partido Popular es difícil que no se acepte buena parte de la argumentación de González y Pujol, a pesar de la tentación, estimulada por la actitud del propio PNV, de impulsar un nuevo pacto entre las dos grandes fuerzas de implantación nacional que deje en la cuneta a los nacionalistas catalanes y vascos.
En cualquier caso, la primera jornada de la sesión del Senado demuestra que se aprende a dialogar dialogando. Quedaría muy corto, un análisis que cifrara todo el autonomismo de González y del PSOE en la mera necesidad de votos para la aprobación de los Presupuestos y para mantenerse en el Gobierno. Probablemente ni González ni Pujol contarían las mismas cosas ni articularían sus ideas de la misma forma si la proximidad producida por necesidades coyunturales no les obligara a dicho acercamiento. En cualquier caso, los ciudadanos españoles podrán tomar nota de las frases desgranadas en el Senado por ambos políticos, por si algún día se hace necesario recordarles que éstas son precisamente las ideas que hacen viable la España plural de la Constitución.
Escuchando a los presidentes autonómicos se diría que esta primera jornada dedicada al Estado de las autonomías ha permitido observar que las tensiones entre regiones son menores de lo que quisieran los aprendices de brujo que se dedican a atizar los peores instintos para separar a unos españoles de otros, en vez de reforzar el diálogo civilizado y el debate racional.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Relaciones Gobierno central
- Relaciones autonómicas
- Opinión
- Jordi Pujol
- Xabier Arzalluz
- Felipe González Márquez
- Plenos parlamentarios
- Constitución Española
- V Legislatura España
- Senado
- Comunidades autónomas
- Política autonómica
- Legislaturas políticas
- Administración autonómica
- Gobierno
- Parlamento
- España
- Administración Estado
- Política
- Administración pública