Pujol defiende la voluntad de Cataluña de integrarse en el conjunto del Estado
La defensa de la hetereogeneidad de España y la voluntad de Cataluña de actuar integrada en el conjunto del Estado, siempre que se le reconozca su plena identidad, fueron los dos ejes centrales del discurso de Jordi Pujol. La intervención del presidente de la Generalitat ayer en el Senado, encaminada a acabar con la imagen de una Cataluña insolidaria, estuvo plagada de continuas llamadas a la lealtad y no ahorró esfuerzos para tender puentes de diálogo.
El discurso de Pujol tuvo la voluntad de ser sincero -"la incomprensión quizás sea inutua"-, no amagó los problemas -defendió el hecho diferencial catalán y la lengua con gran vehemencia- y resaltó su admiración por la cultura castellana. Además, la intervención de Pujol, con su afirmación de que la unidad española está consolidada, constituyó un misil dirigido al discurso neoespañolista que, aunque no lo mencionó expresamente, practica, a su juicio, el Partido Popular, y que pretende difundir la especie de que los nacionalistas catalanes maltratan la idea de España. El primero en aplaudir fue el presidente de la Xunta de Galicia y presidente fundador del PP, Manuel Fraga.A éste le siguieron el presidente del Gobierno, Felipe González y la mayoría de los ministros, así como muchos presidentes autonómicos y senadores.
Pujol estructuró su intervención ante el pleno del Senado a modo de conferencia y como un ejercicio sobre cuáles son los anhelos de Cataluña -mayor nivel de autogobierno-, las cosas a las que él no está dispuesto a renunciar -la lengua y la cultura- y su disposición a la colaboracion -mayor nivel de finan ciación desde la solidaridad-.
Desde el siglo XV al XX, la historia está llena de recelos, enfrentamientos, guerras y revueltas "y, en general, del reconocimiento de una tensión y de un encaje no bien resuelto", precisó.
Y citó como ejemplo de encaje fallido de Cataluña en España la Segunda República. La segunda oportunidad de incardinar Cataluña la trajo la transición democrática en 1977. Una oportunidad, según Pujol, no del todo aprovechada, pero en la que el político catalán todavía confía.
Frente a estos hechos disonantes, Pujol contrapuso aquellos que desde la segunda mitad del siglo XVII pusieron ya de manifiesto la voluntad de Cataluña de actuar integrada en España. "Lo que sucede es que por la propia personalidad y por la forma en que se incorporó al proyecto español, Cataluña ha elaborado un concepto propio de España", explicó.
Hetereogencidad
Pujol sostuvo que el principio de la generalización autonómica no debe ser confundido con el de la homogeneidad y añadió que la Constitución reconoce de manera clara la hetereogeneidad de España. Dijo que él siempre había creído que el sistema autonómico era un factor de vitalización y de dinamización de un país y que Cataluña se sentía orgullosa de haber contribuido decisivamente a que el Estado de las autonomías fuera un hecho.
Pero añadió: "Los catalanes tenemos una personalidad propia no podemos quedar encajados en un único modelo de autonomía". "Es inútil y pernicioso querer ignorar la realidad. La doble realidad: por un lado, la de una unidad española consolidada; por otro, los encajes internos no bien resueltos y que perjudican [a Cataluña], debido a la existencia de unas realidades diferenciadas a las que no se puede aplicar un tratamiento homogéneo." Pujol advirtió que, mientras esta realidad no sea tenida en cuenta habrá frustraciones. "Y la amenzada del fracaso histórico persistirá".
Pujol no dejó de abordar el conflicto lingüístico que ha levantado una campaña de críticas y ataques contra el Gobierno de la Generalitat. Para explicar la importancia que tiene en Cataluña la lengua, Pujol recordó que al redactar el Estatuto de Autonomía los legisladores catalanes pusieron el acento en los temas lingüísticos y no en la financiación como hicieron los vascos. Pujol animó a las mentes más lúcidas del mundo político, jurídico y cultural español a que entiendan que un retroceso en la política de normalización lingüística "sería altamente peligroso para la sociedad catalana y repercutiría negativamente más allá de Cataluña". "Todo eso lo digo desde el respeto y, más aún, desde la admiración que siento por la lengua castellana y la cultura que le está vinculada", indicó. Pujol añadió que podía llegar a comprender que hubiera españoles a los que les resultase difícil entender que unos pocos millones de catalanes se obstinaran en hablar su lengua y en no tener como lengua principal el castellano, "pero yo les pido que hagan el mismo esfuerzo de comprensión que nosotros hacemos y entonces lo entenderán; entenderán que el problema de Cataluña es un problema de identidad".
Para acabar con la imagen de una Cataluña insolidaria dio datos: de cada 100 pesetas que Cataluña aporta a las arcas del Estado, se reciben 70. El Estado invierte 55.000 pesetas per cápita en Cataluña, mientras en las autonomías del artículo 151 la inversión es de 85.000 y en las del 143 alcanza las 114.000.
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