Estados Unidos ofrece garantías a los musulmanes de Bosnia de que no ha cambiado sus alianzas
EE UU intentó ayer ofrecer garantías al Gobierno musulmán de Bosnia de que la suavización de las sanciones a la nueva Yugoslavia (Serbia y Montenegro), aprobada el viernes por el Consejo de Seguridad de la ONU, no será aprovechada para ayudar a los serbios bosnios ni supone un cambio de alianzas en este conflicto. La decisión fue acompañada por otras dos resoluciones que imponen nuevas sanciones a los serbios de Bosnia y condenan las últimas operaciones de limpieza étnica conducidas por esa comunidad, pero eso no evitó el malestar de los musulmanes bosnios.
"Estados Unidos sigue creyendo que las autoridades de Belgrado tienen la responsabilidad principal de lo que ha ocurrido en la antigua Yugoslavia en los tres últimos años", declaró la embajadora norteamericana en las Naciones Unidas, Madeleine Albright, después de que fueran aprobadas las tres resoluciones, a primera hora de la noche del viernes en Nueva York (madrugada de ayer en España).Albright explicó que Washington "no ha decidido respaldar la eliminación de sanciones a Serbia y Montenegro basado en la confianza que le ofrece el Gobierno de Be1grado", sino en la garantía de que habrá "una estricta verificación de que la frontera con Bosnia se mantendrá cerrada".
La resolución aprobada permite la apertura del aeropuerto de Belgrado a los vuelos comerciales, la participación de Yugoslavia en eventos deportivos e intercambios culturales y la reanudación del servicio de transbordadores entre Montenegro e Italia. Todo ello será por un plazo de 100 días. Si transcurrido ese tiempo, el secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali, certifica que Yugoslavia mantiene su frontera cerrada, excepto para comida y medicinas, con las zonas controladas por los serbios bosnios, la medida tendrá carácter permanente. De lo contrario, las sanciones entrarán de nuevo y automáticamente en vigor.
Los países europeos del Consejo de Seguridad, principales impulsores de la resolución, consideran que ésta puede servir para separar a Serbia de los serbios bosnios, agudizar el aislamiento de esta comunidad y obligarla, por último, a aceptar el plan internacional de paz para Bosnia. El embajador de Alemania, Deflev Graf, que defendió la propuesta en nombre de la Unión Europea, dijo que era necesario premiar los esfuerzos hechos por Serbia para cortar los suministros a sus aliados en Bosnia.
El representante de Yugoslavia, Dragomir Djokic, se mostró insatisfecho con la resolución, y dijo que sólo el levantamiento completo de las sanciones servirá para impulsar el plan de paz para Bosnia. Turquía y otros países musulmanes consideraron, por el contrario, que la medida equivale a premiar al agresor y constituye un obstáculo para el proceso de paz.
Contradicciones
El primer ministro del gobierno musulmán bosnio, Haris Silajdzic, se lamentó de que el acuerdo de la ONU con los serbios se hiciese sin consultar con los musulmanes, y calificó la aprobación de la resolución como un éxito de la diplomacia rusa, tradicional aliado de Serbia. Clinton tiene previsto reunirse hoy con el presidente de Bosnia, Alia Itzevegovic, para asegurarle que Washington sigue respaldando las reclamaciones de la comunidad musulmana.
La actuación de EE UU durante el debate del viernes en el Consejo de Seguridad dejó en evidencia, sin embargo, todas las contradiciones existentes en la política norteamericana sobre Bosnia. Los representantes estadounidenses pidieron, primero, aplazar la votación hasta la próxima semana como medida de castigo por los incidentes protagonizados un día antes por los serbios bosnios, pero accedieron, después y sin explicación, a respaldar la posición de los europeos.
La falta de criterio por parte de los norteamericanos fue tan obvia que, a la misma hora en que el secretario de Estado, Warren Christopher, declaraba en Washington que era "prematuro" aprobar la resolución sobre la suavización de sanciones a Serbia, la embajadora Albright manifestaba en Nueva York que su delegación había aceptado la votación. Este hecho fue una nueva prueba de la marginación de Christopher de algunas de las principales decisiones de la política exterior norteamericana.
El Gobierno bosnio intenta presionar ahora a Washington para que, a cambio de esa resolución, impulse el levantamiento del embargo de armas a los musulmanes. Albright adelantó que Estados Unidos podría introducir una propuesta de resolución en ese sentido si los serbios bosnios no habían aceptado el plan internacional de paz antes del 15 de octubre.
El Congreso norteamericano ha pedido a la Administración de Clinton que, en el caso de que el Consejo de Seguridad de la ONU no respalde esa iniciativa, levante unilateralmente el embargo de armas. Pero fuentes de la Casa Blanca manifiestan que es muy improbable que se opte por esa solución.
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