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230 millones en la tumba de su abuelo

La policía encuentra en un cementerio murciano gran parte del botín del 'Dioni II'

En la soledad y silencio de un camposanto, en el cementerio de Aljucer, (Murcia), estaba la mayor parte del botín del robo, de 362 millones de pesetas que un vigilante jurado, José María Matás Almagro, de 27 años, presuntamente sustrajo el pasado 25 de agosto en la empresa Ausysegur, donde trabajaba. La policía encontró ayer, a primeras horas e la mañana, 230 millones de pesetas. Ahora se están realizando las cuentas para ver si entre el dinero gastado y el encontrado sale la suma de lo sustraído.Horas antes de que terminara el plazo legal para que Matás pasara a disposición de la juez de Molina de Segura, la policía encontraba finalmente el dinero. "Fue una chispa", contó ayer el portavoz de la comisaría de Murcia, Francisco Blas: "Una chispa de las que salen después de un buen trabajo". A la una y media de la madrugada, el joven vigilante jurado reconocía el lugar exacto donde ocultó las sacas del dinero. Hasta ese momento había intentado mantener su coartada y dio pistas falsas. El pasado sábado, la policía labró varios huertos de limoneros donde dijo que había enterrado el botín. Nada, ni rastro. El dinero estaba debajo de una losa de mármol de 100 kilos de peso en el panteón familiar, de los abuelastros de Matás, a varios kilómetros de los limoneros.

Ahora se han podido reconstruir las andanzas del que durante un par de semanas quiso ser un segundo Dioni. Según la versión de los hechos que ayer dio la Delegación del Gobierno en Murcia, Matás Almagro, después de sustraer el dinero, escapó en su vehículo deportivo modelo Opel Monza hasta el cementerio. Las puertas siempre están abiertas y. por la noche nunca hay nadie. Descubrió la losa de la familia Almagro (los padres de su madre adoptiva). Depositó las sacas con el dinero y repuso la tumba. Tenía la relativa tranquilidad de que en este panteón no iban a depositarse más restos. Su botín podría permanecer años oculto.

Sus pasos le llevaron, esa misma noche, hasta El Palmar. Allí cambió de vehículo; cogió un Mercedes, que había comprado hacía poco tiempo, depositó las bolsas con el dinero de mano (unos 62 millones de pesetas, según su propia declaración) y se marchó a Alicante. Allí abandonó su coche y tomó un taxi que le llevó al sur de Francia. A las diez de la mañana del viernes 26 de agosto llegó a Perpiñán. Compró un BMW de segunda mano, con el que salió, al día siguiente, rumbo a Suiza. Su destino era Ginebra.

Los siguientes días de Matás no fueron precisamente discretos. Aunque llevaba un carné de conducir que él mismo había falsificado, no se disfrazó ni intentó cambiar de aspecto. Vivió en un hotel de lujo, disfrutó de costosas comidas y cenas, siempre con cambiante compañía femenina. Satisfizo el más sofisticado catálogo de objetos de lujo: un reloj de oro marca Rolex, un equipo de música y otro de fotografía. Y, finalmente, un coche nuevo: otro BMW, pero modelo 850 (equipado con un ordenador de conducción).

Fuentes policiales observaron ayer la "falta absoluta de discreción" de alguien que debe el éxito de su robo precisamente a lo contrario. Como también sorprende que el fugitivo llamara por teléfono a su abogado para decirle que tenía interés en entregarse "por que no sabía por qué hizo lo que hizo", y de paso quitó peso a la cifra oficial de 362 millones de pesetas, y dijo que le parecía que eran menos millones. Estas fuentes insistían en que daba la impresión de que deseaba ser capturado para cumplir una condena de algunos años y luego disfrutar del dinero oculto. Como si su propósito hubiera sido emular al Dioni. Ayer ingresó en la prisión de Sangonera (Murcia) por orden de la titular del juzgado de Molina de Segura, María José Sanz, que tramita el caso.

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