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El 'pelotazo' de Torras

El nombre del financiero Pedro Olabarría empezó a ser conocido en 1983 a causa de la adquisición de Torras Hostench por KIO. La papelera de la familia de Higinio Torras Majem se convirtió en cabecera de la burbuja kuwaití cuando los antiguos consejeros de la empresa vendieron a Javier de la Rosa la mayoría de Torras Hostench, auténtico germen del actual Grupo Torras. Entre los consejeros y antiguos accionistas que participaron en el pelotazo de Torras se encontraba Pedro Olabarría, artífice de la gran reflotación de la papelera en los setenta, una vez superada la crisis del petróleo.Olabarría ocupó el cargo de vicepresidente ejecutivo de Motor Ibérica y negoció la venta de esta compañía a la multinacional japonesa Nissan Motor. En Motor Ibérica, antes Perkins, dejó una estela de duro negociador antisindical por su enfrentamiento con Marcelino Camacho, entonces dirigente de CC OO, antes del proceso 1001.

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El nacimiento de Nissan Motor Ibérica -primer gran paso de la penetración japonesa en el mercado automovilístico europeo- se saldó de nuevo con altas plusvalías para el financiero y con el nombramiento de Juan Echevarría Puig en la presidencia española del grupo automovilístico nipón. Para entonces, el grupo Olabarría Romero ya controlaba la empresa de componentes Harry Walker.

Pedro Olabarría y sus socios entraron en Harry Walker a través de la instrumental Cominser, Crefica y la financiera suiza Gestor, adquiriendo la participación de Josep María Figueras, ex presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona. Con respecto a Gestor, el representante de Olabarría afirmó a este diario que se "trata de una financiera controlada por fondos de inversión y de la que mi defendido no posee acciones".

La empresa de componentes figuraba entonces entre los morosos de la extinguida Banca Garriga y Nogués, ex filial catalana de Banesto. Aquella deuda de Harry Walker -junto con los créditos no devueltos de otros grupos, como Urbas, Rentabarna o Tierras de Almería- contribuyó a formar el agujero de Garriga y Nogués, cifrado en 100.000 millones de pesetas.

Aquel quebranto resumió la etapa de Javier de la Rosa en la gestión de la entidad, tal como figura en el conocido informe Fuminaya, realizado por un equipo de expertos de Banesto coordinado por José Luis Fuminaya, ex director regional de banco.

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