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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

IRA y ETA

EL NACIONALISMO vasco se ha inspirado en el irlandés en diversas épocas históricas, pero resulta muy equívoco establecer un paralelismo entre la cuestión vasca y el actual conflicto del Ulster. Éste se plantea entre dos comunidades claramente diferenciadas y bastante aisladas entre sí que conviven -malamente- en un mismo territorio. Ningún nacionalista vasco definiría hoy en esos términos la situación de Euskadi.Sin embargo, podría llegar a plantearse de esa manera si el Gobierno español cediera a las dos principales exigencias de ETA: la integración forzada de Navarra en Euskadi y la celebración de un referéndum vasco de autodeterminación. Al margen de que ambas reivindicaciones son contradictorias (es la autodeterminación de los navarros lo que impide la integración), el resultado de tal combinación sería que Navarra, pero también Álava y tal vez Vizcaya, podría convertirse en el Ulster vasco e invocar su propia autodeterminación para separarse de la república de Euskadi (o sea, Guipúzcoa) y unirse a España.

Si de ETA y del IRA se trata, el paralelismo es más factible, pero también hay una diferencia fundamental: el IRA actual -el resurgido hace 25 años al calor del movimiento por los derechos civiles de la minoría católica de Irlanda del Norte- es el brazo armado de un movimiento político, el Sinn Fein, mientras que Herri Batasuna surge como brazo político de un movimiento armado. La diferencia se manifiesta en que la gran mayoría de las declaraciones, movilizaciones e iniciativas de HB tienen por objeto dar cobertura a las acciones violentas de ETA y justificar a sus miembros. Y como está en la lógica de toda organización armada el orientar su estrategia a crear las condiciones de su propia perpetuación, a garantizar ese objetivo dedica sus principales afanes el brazo político.

En esas condiciones es muy dificil la desmilitarización de las conciencias. La experiencia de Irlanda del Norte demuestra que la violencia no sólo no acelera la solución de los problemas, sino que se convierte en un obstáculo adicional. Las energías -y los inmensos recursos- destinadas durante estos 25 años a acabar con la violencia sectaria podrían haberse canalizado a objetivos más provechosos en orden a superar la marginación de la minoría católica.

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En Euskadi no existe un problema de minorías, ni puede ya sostenerse que el futuro de la lengua, cultura e instituciones vascas esté en peligro; en cambio, la renta familiar disponible del País Vasco, que hasta hace poco era la más alta de España, se encuentra ya por debajo de la media española. Pero a Floren, Aoiz, que pasa por ser muy importante ahora entre los jefes de HB, lo que le interesa resaltar es que el atentado del pasado 29 de julio, en el que fallecieron un militar, su chófer y un paseante, fue "uno de los más importantes desde el de Carrero" porque "ha generado contradicciones" entre los partidos y `demostrado que el Estado es incapaz de garantizar la seguridad de uno de los miembros de su cúpula militar". Así no hay riesgo de que ETA decida abandonar las armas. ¡Qué gran triunfo para los jóvenes vascos que buscan su primer empleo!

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