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El Vaticano negocia con los militares la seguridad del Papa en Sarajevo

"El Papa ha dispuesto que sigan las consultas con todas las autoridades interesadas ( ... ) confiando que en los próximos días se logre tener la garantía deseada, especialmente sobre la seguridad de las personas que deseen encontrarle" durante su anunciada visita a Sarajevo del próximo 8 de septiembre, dijo ayer el portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls. De tales consultas depende qué Juan Pablo II visite finalmente la capital de Bosnia, en un viaje "hacia cuya realización sigue orientado", añadió el portavoz.

El Papa continúa, pues, sin tomar una decisión definitiva sobre su espectacular y polémico proyecto de viaje a Sarajevo, aunque, según palabras de Navarro Valls, "en estos días ha orado y reflexionado profundamente" sobre el tema. La última palabra se esperaba para ayer. Pero la serie de complejidades que, según el portavoz, "se mantienen, dada la situación precaria y tensa en la zona", obligan a prolongar el periodo de reflexión con demandas que, en rigor, son puramente retóricas: la fuerza militar de la ONU, que prestaría la logística para el viaje, ya ha informado al Vaticano que no puede garantizar las seguridades pedidas."He mantenido numerosos coloquios con el Gobierno y ,con el líder de los serbo-bosnios, Radovan Karadzic. El Gobierno se dice contento de la visita, pero, a pesar de mis esfuerzos, Karadzic se muestra reacio a llegar a acuerdos", manifestó hace dos días al diario La Repubblica el representante especial en Yugoslavia del secretario general de la ONU, Yasushi Akashi.

"El 25 de agosto, Karadzi me escribió para confirmarme que no puede garantizar la seguridad del Papa", añadía el japonés. "Sostiene que no puede impedir que otros elementos lancen un ataque y hagan recaer luego la responsabilidad sobre sus fuerzas. Y en caso de un ataque contra el Papa, también lo sufrirán las personas que estén en su entorno".

Desde que fue anunciado, en la última semana de agosto, el proyecto de vía Sarajevo mereció una reacción favorable del presidente bosnio, Alija Izetbegovic, de confesión musulmana, y en medios de la minoría católica, de procedencia croata. Karadzic, en cambio, lo consideró "una provocación". El viaje también fue vivamente desaconsejado por la jerarquía de la Iglesia ortodoxa serbia. Pese a las negociaciones desarrolladas en días pasados con el fin de alcanzar acuerdos, la situación parece bloqueada.

La Santa Sede insistía ayer en que el Papa desea encontrar a los líderes de todas las otras comunidades religiosas, incluida la ortodoxa, y en que el Pontífice sigue buscando que todas las partes, interesadas,' incluido Karadzic, aprueben su visita. Entretanto, efectivos serbo-bosnios promueven escaramuzas en torno al aeropuerto de Sarajevo, reanudando unas hostilidades que valen por mil respuestas.

Juan Pablo Il sigue teniendo, no obstante, la última palabra sobre un viaje que muchos le desaconsejan en el Vaticano. Los mismos países del grupo de contacto parecen considerarlo poco adecuado.

El arzobispo católico de Sarajevo, Vinko Puljic, confirmó ayer la voluntad del Papa de viajar a la capital bosnia el próximo día 8 de septiembre y su deseo de celebrar un acto religioso masivo al que se espera la asistencia de 20.000 personas.

Dentro de sus habituales escaladas de amenazas el líder de los serbios de Bosnia, Radovan Karadzic, advirtió ayer que cortará el suministro de agua, gas, electricidad y víveres a los territorios croatas y musulmanes si la comunidad internacional sigue forzando al régimen de Belgrado a retirar su apoyo a sus apadrinados.

Riesgo normal

El general francés, André Soubirou, jefe de los cascos azules en Sarajevo, considera que la situación no compromete los deseos del Papa. "Si nos preguntan, diremos que el riesgo es elevado, aceptable, normal o nulo... Bueno nulo, jamás. Para el Papa se halla en un nivel normal".El momento más delicado, sí la visita se lleva a cabo, será una misa al aire libre en el estadio olímpico de Zetra, con capacidad para 20.000 personas, situado a unos centenares de metros de las trincheras.

El ministro de Asuntos Religiosos del autoproclamado Gobierno serbio de Bosnia, Dragan Davidovic, estimó ayer que el Papa asume demasiados riesgos: "Un atentado, una manifestación hostil, disparos contra su avión o cualquier otra provocación".

Los cascos azules cuentan con 5.130 hombres y mujeres en Sarajevo. El próximo día 8, si se realiza la visita, serán puestos en máxima alerta. La vida del Papa estará en sus manos.

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