"La vida de las personas esta por encima de ideologías"
Pilar Estébanez (Palencia, 1951) no se deja amilanar por nada ni por nadie cuando tiene las cosas claras, que es casi siempre. Lúcida, tenaz, comunicativa, con gran sentido del humor y arrolladora capacidad de trabajo, su mirada se nubla cuando detecta injusticias. Pero la ira y la melancolía. se desvanecen con una palabra que es la clave de su vida: solidaridad. Siempre ha sido una mujer muy comprometida con movimientos sociales y políticos. En sus primeros años de universidad era conocida como Pili, La Hippy; poco después, como Pilar, La Pasionaria. Ahora es sólo Pilar.Madre de dos hijas y presidenta de la organización no gubernamental (ONG) Médicos del Mundo, está considerada como una autoridad europea en los estudios sobre el síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Actualmente, dirige una investigación sobre Mujer, drogas y sida en la London School of Hygiene and Tropical Medicine. La asociación que preside está volcada en el Tercer Mundo y en los marginados (Cuarto Mundo). Los acontecimientos de los últimos meses (Somalia, el conflicto de los Balcanes, Ruanda) han obligado a las ONG a una movilización vertiginosa en pro de grupos humanos machacados por el terror, el hambre y el desamparo. El contacto cotidiano con el dolor y las tragedias no ha doblegado su talante. Pilar Estébanez transmite sosiego y alegría de vivir.
Pregunta. Se dice que su generación ha olvidado los ideales.
Respuesta. No estoy de acuerdo con esa apreciación, que puede ser cierta en algunos casos. Muchos miles de aquellos jóvenes que lucharon por la de mocracia en los últimos años del franquismo y primeros de la transición, están ahora comprometidos muy seriamente con los grandes retos humanos de nuestro tiempo. Además, esa gente no aporta, sólo su entusiasmo: a Médicos del Mundo y, en general, a las organizaciones no gubernamentales, acuden profesionales altamente cualificados en sus respectivas especialidades, médicos, abogados, arquitectos, ingenieros, maestros, empresarios... Y no participan por intereses políticos o económicos, sino por solidaridad con los más necesitados.
P. ¿Se siente usted abrumada ante la avalancha de calamidades que sufre la humanidad en estos momentos?
R. No hay tiempo para abrumarse. Es preciso actuar con toda celeridad y con la máxima eficacia porque nos estamos jugando la vida de millones de personas. En estas circunstancias no basta con el corazón; hay que utilizar la cabeza.
P. Hace cuatro o cinco anos dijo usted que la solidaridad era el banderín de enganche de la revolución en nuestro tiempo. ¿Sigue pensando lo mismo?
R. Por supuesto. Los únicos valores creíbles son los humanitarios. Ésta es la lucha de este fin de siglo: acabar con la intolerancia y el poder del más fuerte. Hay que dejar a un lado las ideologías partidistas, el localismo cerril. La humanidad no es sólo los que están a nuestro lado. Las catástrofes que están produciéndose en él mundo precisan una intervención muy urgente. Es un desatino andarse a estas alturas con disquisiciones ideológicas que no hacen más que entorpecer la ayuda inmediata que necesitan millones de personas. El viejo concepto de izquierdas y derechas está ya caduco.
P. Usted ha participado en el congreso sobre el sida que se ha celebrado recientemente en Japón, ¿qué impresiones ha sacado?
R. La epidemia se extiende sin control, sobre todo en el sureste asiático y en África subsahariana. La vacuna todavía está lejos. Se ha avanzado en los tratamientos. El AZT está dando muy buenos resultados en la prevención del sida infantil. Pero estos tratamientos son muy caros, por lo que no podrán beneficiarse de ellos quienes más los necesitan. Es trágico que la enfermedad siga avanzando cuando ya se conocen las medidas de prevención. La utilización del preservativo, como ha recalcado este congreso en Japón, es el elemento más eficaz para detener el mal. Es preciso dejar a un lado nuestras ideas sobre el sexo. Hay que poner en primer plano la salud pública y la vida de las personas.
P. ¿Es posible que existan todavía reticencias al respecto?
R. Siguen existiendo mensajes contradictorios de alguno Gobiernos y de algunas autoridades religiosas. Esos mensajes pueden entorpecer la lucha contra el sida. Menos mal que, en la práctica, muchas personas pertenecientes a esas religiones están colaborando ejemplarmente y hacen caso omiso de las consignas emitidas por sus jerarquías.
P. Además de sus investigaciones científicas, usted ha trabajado en contacto directo con drogadictos. ¿Qué opina sobre las políticas antidroga?
R. Han fracasado totalmente. Prueba de ello es que las mafias del narcotráfico son cada vez más poderosas. Hay que cambiar de métodos y de filosofia. Y el cambio pasa por la legalización. Existe una hipocresía ostentosa al respecto. Todo el mundo hemos consumido drogas: tabaco, alcohol, hachís, cocaína, barbitúricos... Es absurdo llamar drogadictos a los consumidores de marihuana y no a los alcohólicos, por ejemplo. En esto, como en todo, la cuestión no está en el uso sino en el, abuso.
P. ¿Cuál ha sido la experiencia más gratificante de su vida?
R. La maternidad.
P. ¿Y la más amarga?
R. Las incomprensiones de que hemos sido objeto todos los que trabajamos en la lucha contra el sida. Había gente que me tachaba de alienígena cuando proponía medidas contrastadas por los científicos: usar preservativo, facilitar jeringuillas a colectivos marginales, tratamientos con metadona. Proponía planes absolutamente necesarios, y te los rechazaban con ignorancia crispante. A pesar de todo, yo soy muy tranquila. Nadie me ha arrebatado la alegría de vivir. Y es muy gratificante ir comprobando que los esfuerzos y las horas que dedicas a esa lucha están ya produciendo resultados muy positivos.
P. ¿Hay algo que le saque a usted de sus casillas?
R. La mentira. A veces lloro. de rabia cuando visito ciertos despachos y noto que me están engañando.
P. ¿Es usted feminista?
R. La mujer está más cerca de la vida y se entrega por interés humano, no por los valores de la sociedad machista. Para cambiar este mundo es necesario que las mujeres tengan más poder.
P. ¿Le da tiempo a leer, a divertirse?
R. Me encanta perderme en la noche madrileña, aunque ahora o puedo hacer poco. Yo antes era muy rockera, muy de los Rolling. Mi estancia en Londres me ha hecho descubrir la música clásica. Y leo mucho. Me han fascinado dos novelas últimamente: Demasiadas preguntas, de Félix de Azúa, y Mañana en la batalla piensa en mi, de Javier Marías. Hubo un tiempo en que me gustaba Octavio Paz, pero su actitud ante la revuelta zapatista me ha alejado de sus obras. Siempre me acompañan estos versos de Pessoa: "No, no quiero nada... No me cojas del brazo; no me gusta. Soy solo".
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