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FERIA DE BILBAO

Gimnasia

La corrida entera -se incluye el sobrero-, estaba inválida, y los toreros se hartaron de pegar pases al aire, el público de aplaudir, los músicos de tocar, el presidente de hacer el ridículo. En realidad no se hartaron exactamente, pues se pudo apreciar que les gustaba. Excepto el toreo ejecutado como Dios manda a un toro íntegro, cualquier cosa. El toro íntegro ya no sale ni por milagro y algunos aficionados cándidos (también algunos ganaderos fachendosos) lo atribuyen a que no hacen gimnasia.A uno le encantaría ver a los toros haciendo gimnasia, con sus barras, sus poleas, sus pesas, su footing campo a través. El argumento de los aficionados cándidos y los ganaderos fachendosos va precisamente por ahí: pues las ganaderías no son tan grandes como antaño, los toros carecen de espacio para practicar footing. Y, sin embargo, va uno a las ganaderías y encuentra allí campo de sobra, las lindes no se alcanzan ni con prismáticos, los toros podrían correr, la maratón si les diera la gana.

Domecq / Rincón, Joselito, Finito

Cinco toros de Marqués de Domecq (uno fue devuelto por inválido) y 3º sobrero de El Torreón, con romana, sospechosos de afeitado, inválidos, aborregados. César Rincón: media estocada caída, rueda de peones y tres descabellos (silencio); dos pinchazos, estocada corta atravesada trasera y descabello; la presidencia le perdonó dos avisos (ovación y salida al tercio). Joselito: estocada (ovación y saludos); estocada caída; la presidencia le perdonó un aviso (oreja). Finito de Córdoba: pinchazo y se tumba el toro (aplausos y saludos); pinchazo y estocada (oreja).Plaza de Vista Alegre, 27 de agosto. 8ª corrida de feria. Cerca del lleno.

Sólo que no les da la gana. Los toros, lo mismo ahora que en tiempos de Lagartijo, lo que hacen es sestear, tumbarse al sol llegado el invierno y en un soto umbrío durante el estiaje, darse un paseíto placentero de vez en cuando, pastar y ramonear un rato, acudir a los comederos que les surte el mayoral a la caída de la tarde, dormir largo y tendido, espantarse las moscas con el rabo. Y los domingos, enguilar a un compañero de camada si las ganas aprietan y el otro es consentidor. O aunque no lo sea, porque lo encarama por las bravas, le muge "Aniceto, a la fuerza te la meto", y oficia según ha anunciado.

Aniceto, hijo de la vaca Aniceta (de ahí el nombre), se deja para que no le parta la cara, pero ni olvida ni perdona. En el reino animal da mucha rabia que a uno le pongan mirando a Lisboa; lo que más. Y el enguilado espera la ocasión propicia de tomarse venganza, que consistirá en pegarle al toro agresor una cornada en el ijar, o en el propio carné de identidad, si tiene suerte y puntería. Estas cosas suceden en las ganaderías, ninguna más, salvo que aparezca por allí alguien con un serrucho y equipo auxiliar, lo cual ya parece ser frecuente en los predios de la taurina Iberia.

Los inválidos de Vista Alegre dio la sensación de que habían recibido esa visita, no una sino varias veces. O quizá fue que el tío del serrucho era un sádico y ya metido en faena les afeitó hasta las axilas. Acaeciera así o de distinta forma, es lo cierto que a los animalitos aquellos apenas les quedaban cuernos y no se tenían en pie. Memorfóseados corderos, las cuadrillas hicieron como que les lidiaban, los diestros como que les pegaban pases. Todo dentro de un orden, naturalmente, y cada quien ocupaba el lugar que le tiene asignada la vida, con mucha aplicación y decencia: los toreros pegaban derechazos, los toros pegaban tumbos, aplaudía el' público, soplaban desaforados los músicos, el presidente hacía curritos en el palco y juntos componían la que dice ser y llamarse famosa Feria de Bilbao.

Por unos trasteos voluntariosos y torpones, César Rincón escuchó aplausos. Por una faena desligada, interminable y plúmbea coronada con un estoconazo caído, a Joselito le dieron una oreja. Por una faena fuera cacho construída sobre el pico de una muletaza ciclópea, a Finito de Córdoba le dieron otra. La verdad es que la función entera constituyó un soberano aburrimiento, pero todo el mundo les echaba la culpa a los toros, que se caían por falta de gimnasia y de magnesia. Los ganaderos tomaron nota, no obstante, y ya han dado orden para que sus toros hagan aerobic.

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