Verónica y media
La corrida duró dos horas y media y sólo se pudo paladear un quite de verónica y media de Curro Vázquez. El balance puede parecer escaso, más no lo es, porque son mayoría los festejos que resultan un petardo de principio a fin. A pesar de la estética vazqueña, éste también lo fue, a causa, fundamentalmente, de los toros y de la pesadez justificatoria de los toreros.Los toros de Murube estaban muy bien presentados, pero por sus venas corría agua de riego. Detrás de sus imponentes fachadas -en comparación, sobre todo, con los novillos de corridas pasadas-, no escondían más que carne para matadero: gordos, fofos, flojos, sosos, distraídos...
Pero se pudo saborear una verónica y media, un auténtico prodigio de suavidad, de elegancia y de hondura, que firmó un torero artista en el día de su despedida de esta plaza. Ocurrió en el cuarto, un toro gordo, al que sacó del caballo con parsimonia hasta el centro del ruedo, y allí lo citó para enlazar un esbozo, primero, y una verónica inmensa, después, y una media que fue todo un colofón. Pero Curro Vázquez llegó, firmó como los propios ángeles y se fue. Bueno, no se fue, pero se podía haber ido, porque estuvo sin estar, sin convicción, con muchas precauciones y escaso esfuerzo.
Murube / Vázquez, Litri, Ponce
Cinco toros de Murube (el 2º, sobrero, en sustitución de un inválido), bien presentados, flojos, sosos y descastados; el 5º, segundo sobrero de Pérez Angoso, en sustitución de otro inválido, chico y blando.Curro Vázquez: media baja, un descabello -aviso- y siete descabellos (pitos); media (ovación). Miguel Baez, 'Litri': pinchazo, estocada baja -aviso-(ovación); estocada baja (ovación). Enrique Ponce: media estocada (vuelta); pinchazo, estocada baja -aviso-, cuatro descabellos -2º aviso- (palmas). Plaza de toros de Almería, 25 de agosto. 5º corrida de feria. Casi lleno.
Ya se sabe que Vázquez no es torero batallador, pero se queja de sus escasas oportunidades por las plazas del Sur. No es que en Almería dejara escapar una, pero con la actitud mostrada es difícil triunfar ante cualquier toro. Brindó el último y se mostró decidido durante uno o dos segundos. Ni el toro era para alcanzar el lucimiento, ni el torero expuso un alamar. De tal modo, como es obvio, es imposible una despedida más exitosa.
A Litri le devolvieron su inválido primero y le salió un sobrero muy astifino que causaba un gran respeto. Litri lo templó con suavidad, lo paró, lo mandó e, incluso, le robó una serie de excelentes derechazos. Por una vez, abandonó los efectismos porque el toro no permitía ni una broma. Su segundo, también sobrero, era chico, pero un armario soso e inamovible.
En la misma línea transcurrió la tarde de Ponce. Voluntarioso y valeroso ante un lote inservible como toro bravo. Muy porfión, dispuesto a todo con tal de dar pases, no pasó de discreto, y sólo sobresalió a la hora de matar al sexto, al que todavía estará descabellando.
Babelia
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