_
_
_
_

Nelson Mandela logra estabilizar Suráfrica en 100 días de presidencia

Antes de las elecciones del pasado mes de abril, la política en Suráfrica era cuestión de vida o muerte. Hoy, Nelson Mandela, que cumple 100 días en la presidencia, sufre preocupaciones menos dramáticas. En una entrevista con el Sunday Times de Johanesburgo ha dicho que sus dos obsesiones principales son la creciente ola de criminalidad y la necesidad de que la economía crezca con más rapidez. Todos le reconocen haber dado a Suráfrica un grado de estabilidad política nunca visto en el país.

El hombre leyenda, símbolo del siglo XX, se ve obligado de repente a cumplir el mismo oficio, con los mismos vulgares objetivos, que Felipe González, John Major o Bill Clinton. Pero, a diferencia de ellos, tiene tal grado de legitimidad política que varios comentaristas han observado que, si hoy se realizaran elecciones, otra vez el Congreso Nacional Africano (CNA) incrementaría su ya sustancial mayoría parlamentaria. Los votos nuevos los ganaría de la población blanca.El periódico The Citizen, de Johanesburgo, se mantuvo tan fiel al apartheid en los años ochenta como Pravda al comunismo. Durante los últimos cuatro años asumió una posición tan dura contra Mandela y el ANC que aún el ahora vicepresidente Frederik de Klerk lo consideraba como propagandista de la extrema derecha. Esto es lo que dijo The Citizen en su editorial del lunes: "Sus 27 años en la cárcel han convertido a Mandela en una persona considerada y compasiva; la victoria electoral le convirtió en un líder nacional fuerte y seguro; su talla de presidente le ha dado el halo místico a nivel nacional y mundial, de un ser excepcional".

La noche del lunes, Mandela participó en la ceremonia de apertura de una exposición dedicada a la vida de la niña judía Ana Frank. Los 400 invitados, casi todos blancos de la alta burguesía, no pudieron contener su emoción al estar en presencia del primer presidente negro en la historia de Suráfrica. Orador tras orador alababa la valentía, la sabiduría, la generosidad y la nobleza de Mandela ante el orgullo visible, las sonrisas y los continuos aplausos del público.

Lo que el presidente Mandela y su Gobierno de unidad nacional han dado a Suráfrica es un grado de estabilidad política nunca visto desde la llegada de los primeros colonos europeos en el siglo XVII. Mandela ha sacado provecho de los errores de gobiernos revolucionarios anteriores en África. No se ha guiado por la ideología, sino por el razonamiento de que va a lograr su objetivo principal de mejorar el nivel de vida de la mayoría negra. Su prioridad tiene que ser asentar las bases económicas y políticas del país.

En consecuencia, la palabra nacionalización, que causaba terrores hasta hace poco en la Bolsa de Johanesburgo, ha desaparecido de su vocabulario. Al promover una política de corte netamente capitalista, ha evitado la fuga de capitales y de recursos humanos que caracterizó la experiencia postcolonial en Mozambique y Angola. Los funcionarios públicos del viejo régimen a su vez siguen en sus puestos. Y, más importante aún, el Ejército sigue fiel bajo el mando del general Georg Meiring, afrikáner alto y rudo, que ha dedicado la mayor parte de su vida profesional a la guerra contra el ANC.

Los altos mandos de la policía también han expresado su lealtad al nuevo Gobierno, pero lo que no han logrado es desvanecer un clima de crimen generalizado que amenaza con socavar el proyecto económico nacional. Las estadísticas oficiales demuestran que hay 50 asesinatos al día en Suráfrica, per cápita siete veces más que en Estados Unidos.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El nuevo ministro de Policía, Sydney Mufamadi, no duerme desde que asumió su cargo, dicen sus amigos. Tal es la pesadilla de transformar un aparato fundamentalmente represivo en una institución cuya primera responsabilidad es combatir el crimen.

Los vestigios del 'apartheid'

El nuevo Gobierno surafricano ha tenido que reorientar la nave del Estado de una manera compatible con las nuevas prioridades contenidas en un documento del ANC llamado el Programa de Reconstrucción y Desarrollo (RDP). El objetivo filosófico del RDP es eliminar los vestigios del apartheid en todo lo que concierne al Gobierno, pero específicamente las desigualdades económicas. Hasta hoy se ha progresado poco.Pero tal es la gratitud que siente la población por el nuevo clima de estabilidad, por la casi total ausencia de violencia política ante la desaparición del terrorismo derechista, que pocas quejas se han registrado contra el Gobierno. Las quejas, las nuevas crisis, vendrán si Mandela, en su exceso de pragmatismo, no logra satisfacer las urgentes necesidades de sus partidarios negros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_