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FESTIVAL DE EDIMBURGO

La locura de la vida y la demencia del teatro dominan los últimos estrenos

La teología de la violencia ha endemoniado el festival. Dios y crimen. Locura y sexo. Oración y sadismo. Sotana y camisa de fuerza. En esta multiplican de teatros de bolsillo, donde se representan todo tipo de obras aunque solo sea ante una docena de espectadores, resulta fácil confundir lo que ocurre en la calle y lo que se ofrece en escena. Se llega a dudar si la eterna locura de la vida supera a la efímera demencia del teatro, o al revés.

Los artistas japoneses The Tokio Shock Boys ponen en vilo a la audiencia con su espeluznante humor amarillento. ¿Son kamikazes? ¿samurais? ¿discípulos del santo de Asís? Danna, Nanbu y Gyuzo pasean por sus cráneos medio afeitados un equipo de escorpiones venenosos que descienden hacia los labios y penetran en sus bocas. La ambulancia está siempre en la esquina del teatro para transportarlos al hospital. Uno de ellos ya ha perdido los dientes en esta prueba diabólica. Los lleva de plata.Danna escupe leche por la nariz adorando al sol poniente. Nanbu puede sorber el culo de un conejo y sacarle los excrementos con el omnívoro poder de la lavativa. Este laxante humano aviva las protestas de las sociedades protectoras de animales. El debate es saber si el conejo sufre o está agradecido. Nanbu también es el artista que más arriesga de cintura para abajo. Se anuda una soga a los testículos para que el resto de la compañía tire de ella a placer. "Mis huevos sólo existen para el espectáculo", ha dicho sin inmutarse. En su dieta incluye carne de una variedad de tortuga llamada Suppon, muy famosa por sus propiedades afrodisiacas. Cuando Danna tuvo que repetir el lanzamiento de leche por las fosas nasales, a petición de las cámaras, el líquido salió ligeramente rosáceo. Su espectáculo es tan delicado como sanguinoliento.

Mientras en la vida real el octogenario ex parlamentario ultraconservador Enoch Powell desata la polémica asegurando que Jesucristo no murió crucificado, en la escena del festival alternativo un asesino múltiple acusa al redentor de todos sus crímenes y proclama la llegada de un mesías perverso que seduce a la humanidad sin exigir buena conducta.

En la obra Bow to the beast un psicópata recrea rodeado de muñecas sus asesinatos de niños y mujeres y culpa a Dios de empujarle a matar impidiéndole el suicidio.

Enfermos todavía del incurable James Joyce, los productores teatrales siguen cultivando en este país el virus religioso y sexual del irlandés gigante y reprimido. El personaje Molly Bloom no es más que el apéndice estirpado por Frances Klarke del vientre de Ulises. Durante 45 minutos la actriz Eartha Kitt habla, canta y se contorsiona dentro de las transparencias del camisón deseando y maldiciendo en la cama conyugal donde duerme su esposo, del que nadie ve más que un mechón del pelo. El monólogo titulado Yes entusiasmó a esta legión nostálgica de fanáticos seguidores de Joyce.

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