La interesada conexión sudanesa
La incógnita radica en saber si Carlos fue descubierto por sus enemigos o delatado por sus protectores
La Junta militar que gobierna Sudán desde 1989 tiene múltiples razones para haber entregado al terrorista Carlos a las autoridades francesas. Puesto en cuarentena por la comunidad internacional por su supuesto apoyo al terrorismo y agotado por una guerra interminable contra los guerrilleros del Sur del país, el régimen de Jartum ha creído probablemente que con la entrega de Carlos podría lavar su imagen intemacional. Otro motivo es que el terrorista de origen venezolano no ha sido nunca amigo del régimen de Jartum.Lo que está claro es que Sudán tratará de aprovechar las circunstancias. El favor a Francia ha abierto a Jartum las puertas de la Unión Europea y de los EE UU, que aún mantienen al país africano en la lista de Estados que apoyan al terrorismo y, por consiguiente, no pueden recibir ayuda económica, que no sea de carácter humanitario.
El comunicado difundido el lunes por el Ministerio del Interior sudanés era muy vago y se limitaba a explicar que llich Ramírez Sánchez había entrado en Sudán con un pasaporte diplomático falso antes de que su identidad fuese descubierta.
Fue Charles Pasqua, el ministro francés del Interior, quien indicó que Francia "había recibido informaciones a principios de año sobre la posible presencia de Carlos en Sudán". ¿Acababa de llegar, como sugerían los sudaneses, o llevaba ahí un cierto tiempo, como dejó entender Pasqua? Cabe recordar, en este aspecto, que el mes de enero pasado, Francia extraditó a Irán a dos terroristas de aquel país reclamados por Suiza y otros Estados occidentales. ¿A cambio del paradero de Carlos? Durante unos días después de su llegada, Carlos residió en un gran hotel de Jartum en compañía de varias personas con las que había entrad en el pais. El Ministerio del Interior sudanés explicó que había sido alertado por "las actividades sospechosas de esas personas, que parecían preparar atentados contra instituciones extranjeras" en Sudán. ¿Por encargo de quién?Jartum ha negado siempre que prestase apoyo al terrorismo. Los sudaneses han desmentido siempre las acusaciones, en especial de Egipto, según las cuales había abierto campos de entrenamiento de militantes islamistas. Sudán, dicen sus gobernantes, está abierto a todos los luchadores árabes que deseen instalarse allí, a condición de que no sean una amenaza.
Así, Sudán se ha convertido en un santuario para los islamistas argelinos, tunecinos o del movimiento palestino Hamás, así como para otros grupos. Entre ellos está el financiero saudí Dussama Ben Laden, un importante patrocinador de los movimientos islamistas, al que el Gobierno de Riad despojó recientemente de su nacionalidad. Para el régimen sudanés, luchar por un régimen islámico no es delito, sino al contrario.
El jefe terrorista Carlos resultaba un elemento atípico entre los asilados en Sudán. Esa es la razón que explica que el régimen de Jartum no haya tenido demasiados escrúpulos en deshacerse de él. Ahora, sólo falta saber si Carlos fue localizado en Jartum por algún servicio de seguridad occidental o le han traicionado sus protectores.
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