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¿Dos izquierdas?

Una viñeta publicada por EL PAÍS el pasado 15 de junio se interrogaba sobre una cuestión clave para la política española: "Me pregunto si este país da para dos izquierdas". La pregunta vale toda una campaña electoral; su autor viene a sugerir que tras estas "dos izquierdas" se encuentra la alternancia conservadora, el triunfo de la derecha.Una opinión bastante extendida afirma que esta recobrada pluralidad en el campo de la izquierda puede ser un instrumento para regenerar una propuesta progresista sólo si se produce un paso por la oposición. Por el contrario, la tesis que aquí se expresa es que esta pluralidad debe ser compatible con una alternativa política que no comporte el triunfo del Partido Popular.

Cabe empezar señalando que, con la política que el Gobierno extrae de la actual composición del Parlamento, es impracticable el camino tradicional para afrontar un eventual Gobierno conservador, el acuerdo en el campo de la izquierda.

Efectivamente, el empeño del presidente del Gobierno en su política, la socioeconómica especialmente, sus alianzas, y en considerar encauzada la regeneración ética de la política española, ya ha sido contestado por el electorado. Cualquier colaboración en el ámbito de la política estatal no correspondería con la orientación de los votantes, negaría el recuperado pluralismo.

Hombres y mujeres progresistas disponen de dos referencias políticas porque la ciudadanía ha determinado el final del bipartidismo y su traducción política en la izquierda, lo que llamaban casa común. Un final que devuelve protagonismo al electorado a la hora de modular la evolución de la política española.

El único camino para garantizar este protagonismo, ante la obcecación de González en su política, es fortalecer electoralmente un nuevo criterio orientador en la izquierda. Éste es, debe ser, el objetivo de Izquierda Unida. La voluntad de liderazgo expresada no sólo pretende invertir las fuerzas electorales, sino, especialmente, consolidar los contenidos de esa nueva orientación progresista.

El máximo dirigente del PSOE ya ha definido una estrategia para bloquear esta orientación: dar un nuevo paso al centro. Una versión más de la vieja política del bipartidismo que pretende escindir el electorado de izquierda entre moderados (que garantizan la gobernabilidad y apoyan sus alianzas) y radicales.

Esta perspectiva sólo facilita el camino a la derecha, como demuestran las pasadas elecciones. Un desplazamiento progresivamente liberal de una propuesta de izquierda no sólo produce desánimo social; también revitaliza la movilización de la derecha.

Izquierda Unida no puede compartir ese juego. Hoy, una propuesta de progreso no nacerá de consolidar un aparente litigio entre una izquierda maximalista y otra realista. La nueva responsabilidad que ha asumido IU se basa en la presentación y elaboración de un programa y una propuesta política que permita la más amplia identificación del electorado progresista con esta propuesta.

Una identificación que vendrá de un programa que haga compatible la ruptura del vínculo liberal que atrapa a la economía española (desprotección social, desregulación laboral y debilitamiento de lo público) con una versión positiva de la competitividad y un crecimiento sostenible. De una reconstrucción ética de la política española.

Si el electorado indica este camino, hoy impracticable, no faltará, no puede faltar, el compromiso de IU con una colaboración política que permita administrar ese programa. Una colaboración que sólo cierre las puertas a quienes expresen una deriva liberal para la política española, expresen recelos a las políticas que permitan pagar la deuda social contraída con este país.

Esta perspectiva es incompatible con un triunfo del PP que aplazaría sine die un programa de solidaridad. El liderazgo político que pretendemos para impulsar esta perspectiva sólo puede lograrse revitalizando nuestro antagonismo con la derecha.

Precisamente ha sido González quien, con su política, ha arrojado una notable confusión entre derecha e izquierda. Distinguir entre ambas con coherencia es el valor que IU puede presentar a la sociedad española. Coherencia que debe llevamos a reconocer que ni para la política, ni para el' programa, ni para la regeneración ética de la vida pública, desde una perspectiva solidaria, hay un espacio de complicidad en la derecha.

Una nueva orientación en la izquierda que, a partir de los dos referentes ratificados por el electorado, diseñe una alternativa política permitirá también que el pluralismo se refleje en un campo conservador que hoy se expresa con una uniformidad que impide a una parte relevante de su electorado modular la propuesta de este espacio social.

es miembro de la Presidencia Federal de IU y de la corriente Nueva Izquierda.

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