El desbarajuste de la industria bélica rusa fomenta robos de material atómico
Políticos y científicos de Europa Occidental y EE UU siguen con creciente temor el fracaso de la reconversión para usos civiles del gigantesco complejo militar-industrial ruso. La eventualidad más temida es el robo de materiales nucleares de los centros de investigación y producción de la antigua URSS y la captación de ingenieros atómicos por países que ambicionan dotarse de armamento nuclear. El complejo militar-industrial ruso, que funciona a ritmo lento, da trabajo a unos 3,5 millones de personas, muchas de las cuales cobran sus sueldos esporádicamente y viven en la precariedad.En una reciente reunión del Centro Internacional de Conversión en Bonn, los especialistas occidentales y rusos coincidieron en que sólo una privatización paulatina y selectiva de la industria de armamento rusa podría hacer económicamente viables algunos de sus componentes, según informa el diario alemán Süddeutsche Zeitung en su edición de ayer. Esa solución no sirve para las industrias de armamento nuclear.
El Centro de Conversión fue creado al final de la guerra fría para supervisar la desmilitarización industrial de la antigua URSS. Su director, Herbert Wulf, estima que el esfuerzo iniciado bajo la dirección de Mijail Gorbachov para que las industrias de armamento se adaptaran a la producción civil siguiendo los métodos de la economía planificada fracasó por completo. El sistema soviético fue incapaz de enfrentarse a ese reto.
Quiebra disfrazada
Las gigantescas empresas industriales rusas que producían material de guerra trabajan a ritmo lento, en lo que, según los expertos, es una quiebra disfrazada que permite enmascarar un paro no oficial y previene el colapso social. Cuando los responsables del complejo militar-industrial ruso comprendieron que no podían esperar ayuda de Moscú, trataron de resolver solos sus problemas.
De ese intento surgieron ideas económicamente imaginativas, pero también actividades criminales. Entre estas últimas se cuentan las ventas ilegales de armas al extranjero y los intentos de comerciar con materiales nucleares aptos para fabricar bombas atómicas. Uno de los mayores temores de los gobiernos occidentales es que uno o varios científicos o funcionarios de seguridad renegados puedan conspirar para sustraer materiales nucleares y venderlos a países o a organizaciones terroristas.
Algunos directores de industrias de armamento rusas esperaban mantenerse a flote con exportaciones masivas de armas al Tercer Mundo. Pero las armas rusas ya no resultan un producto atractivo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.