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Un bebé muere ahogado en la bañera tras desmayarse su padre

Jan Martínez Ahrens

Miguel, un bebé de seis meses, murió en la tarde del jueves ahogado en una bañera. La muerte le sobrevino después de que su padre, que le cuidaba, sufriese un repentino desmayo, según las primeras versiones. La criatura, inconsciente el progenitor, se hundió entonces en los brazos del agua espumosa. La madre, que se había ausentado para comprarle la papilla, se topó, al regresar, con su hijo flotando sin vida y su marido, a poca distancia, desvanecido. Momentos después, el hombre recuperó el sentido.El mazazo vino precedido por el silencio. Cuando la madre -Maribel, de 32 años, ama de casa- volvió de la compra, nadie en la casa respondió a sus llamadas, pese a que su marido debía estar lavando al crío en una pequeña bañera, adosada a la familiar.

Se dirigió entonces a la vivienda de una amiga en el portal contiguo. Allí le guardaban una copia de las llaves.

Acompañada, subió de nuevo las escaleras -el matrimonio vive en un cuarto piso de la calle de la Esfinge (San Blas)- Abrió la puerta de madera rojiza.

En el cuarto de baño latía sólo el corazón de Tomás, un electricista que se había desvivido, según los vecinos, desde que Miguel, su segundo hijo, vio la luz. El bebé, de ojos saltones, nació prematuramente y afectado de hidrocefalia (excesiva acumulación de líquido en la cabeza). PASA A LA PÁGINA 5

La madre descubrió la muerte de su bebé al volver de comprarle la papilla

VIENE DE LA PÁGINA 1Sobre las siete de la tarde llegó la UVI móvil del 061. El doctor Antonio Alonso Díaz recuerda: "El bebé estaba en una habitación con camas; yacía lívido, de color blanquecino, e incluso un poco hinchado".

Los facultativos del Insalud intentaron reanimar a la criatura. "Siempre se intenta", comentó Alonso.

En la vivienda, junto a la pareja, ya andaban algunos vecinos, un familiar y dos policías. La tragedia zumbaba a su alrededor.

El padre, recuperada la consciencia, sufría un fuerte estado de ansiedad, al igual que su mujer. Los médicos les administraron sedantes.

El cuerpo del pequeño fue traslado por orden judicial al Instituto Anatómico Forense, donde se le practicó la autopsia.

En la tarde de ayer, la familia velaba el cadáver en la sala 17 del tanatorio de la M-30. Lloraban. No querían hablar. Tampoco lo quisieron hacer la mayoría de los vecinos, quienes se mostraron esquivos al rememorar lo sucedido.

"Es mejor no hablar. Tienen una hija, y para ocultarle la muerte del pequeño le han dicho, que su hermano se ha ido de vacaciones. La hija, de ocho años, no sabe nada. Ha sido un golpe terrible", señaló una inquilina del inmueble.

La investigación policial ha quedado en manos del Grupo I de Delincuencia Urbana de la comisaría de San Blas. A diferencia del juez de guardia, los agentes, dado el estado del padre, no le interrogaron, según informó la Jefatura Superior de Policía de Madrid.

"En principio no tenemos dudas de que se trate de un desgraciado accidente", indicó un responsable de la comisaría de San Blas. La madre declaró en los primeros momentos a los agentes que su marido sufría "mareos" con frecuencia, sin especificar su etiología.

En la vivienda de la calle de la Esfinge, ayer por la tarde no quedaba nadie. El entierro del pequeño Miguel se celebra hoy.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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