Largas veladas en el centro Borschette
Desde el verano de 1992, con las primeras tormentas monetarias, el solo anuncio de una reunión del Comité Monetario de la UE -que agrupa a los subgobernadores de los bancos centrales y los directores del Tesoro- provocaba nerviosismo en los mercados financieros y pánico entre los corresponsales de prensa acreditados en Bruselas.
El guión de las reuniones, que con el tiempo se fue precisando, se iniciaba en los alrededores del centro Albert Borschette, preferentemente durante el fin de semana para aprovechar el cierre de las bolsas mundiales.Una vez convocada la reunión, sin que se conociera nunca oficialmente el orden del día, confluían hacia allí la mayor parte de los más de 500 periodistas acreditados ante las instituciones comunitarias.
Tras varias horas de espera en la calle, bajo él frío y lluvioso clima bruselense, la prensa, sacudida por rumores de todo tipo, accedía finalmente al vestíbulo del edificio, donde disponía de apenas un par de teléfonos. Con el tiempo el mercado funcionó, y en cuanto se reunía el Comité Monetario una empresa de telefonía móvil se acercaba allí para alquilar sus aparatos a los corresponsales.
Tras tensas horas de espera, durante las que apenas se filtraba información porque las deliberaciones de este comité. son secretas, los miembros del Comité Monetario finalizaban la reunión de crisis saliendo la mayoría de las veces por la puerta principal, pero con la discreción como común denominador.
En una ocasión el director general del Tesoro español, Manuel Conthe, provocó la ira de los periodistas al salir en coche por la puerta trasera del edificio para sortear a los corresponsales. Conthe recibiría después una fenomenal bronca del entonces ministro de Economíal, Carlos Solchaga, que aprobó su decisión de no hablar, pero le exigió que a partir de entonces practicara el mutismo saliendo siempre por la puerta principal, como sus colegas.
La primera gran noche en el Borschette fue la del 17 de septiembre de 1992, cuando el Reino Unido comunicó oficialmente su decisión unilateral de abandonar el mecanismo de cambios del SME y el Comité Monetario aprobó la salida de la lira italiana y la primera devaluación de la peseta. El escueto comunicado oficial siempre se publicó después de la salida de los miembros del Comité Monetario, que se resistían a analizar o incluso anunciar sus acuerdos.
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