Un examen detestable
Hay que reconocer que en el examen de selectividad del día 28 de junio los examinadores han sido benévolos. En este tipo de exámenes, el rigor, del examinador se esconde en la selección del texto; si el texto tiene apariencia de bueno, el alumno tendrá más dificultad para determinar su desmaña o discernir sus errores; cuanto más desafortunado sea el texto, más fácil lo tendrá el alumno.Por si el texto no fuera lo suficientemente deleznable, las preguntas están tan lamentablemente formuladas que el más tonto de los alumnos de letras debería ser capaz de ver en ellas estolidez e imprecisión.
Porque, vean ustedes, ya des de el título (Din, Don) el texto es pretencioso por la discutible hipercorrección de la ortografía de la coma, y chapucero en la pérdida del juego verbal (quevediano y popular) del valor de tratamiento, al tiempo que onomatopéyico, del don.
Arranca el texto -una columna periodística- con una afirmación de raro infortunio, "es rotundamente mentira", en la que no se sabe bien si la rotundidez que expresa el adverbio se refiere al modo de ser de la mentira, y entonces uno se pregunta por qué no el adjetivo "rotunda" sin más: "es una rotunda mentira"; o si se refiere al verbo, "es", lo que sería necio: no se es más o menos, no se es rotundamente o no rotundamente, se es; además es mucho más rotunda la mera afirmación, sin adverbio: "es mentira". Se dirá que no se puede tildar de incorrecto el uso de ese adverbio y, ciertamente, podría pasar en un texto periodístico; lo que no es correcto es proponerlo, como modelo a unas inteligencias en trance de formación y, además, pedirles que "explique (n) de forma exhaustiva la siguiente construcción sintáctica: les rotundamente mentira...".
En la tercera línea, se concluye una enumeración positiva, "se escuchen las músicas... ", con la copulativa negativa ni, que se dobla además, como si la "mentira" a que me refería antes y que organiza el principio de la serie fuera una negación. Parece que el uso de la negación le plantea problemas a la autora del texto, porque un poco más adelante, tras saltarse una coma en la. línea séptima, en la octava dice "poquísimos no se afanan" por "poquísimos dejan de afanarse" o "son poquísimos los que no se afanan".
Mas grave parece, la durísima construcción de la última oración del primer párrafo, que concluye con la proposición "son pruebas cruentas de ello", en la que el "ello" puede, referirse a un "Ies acarrearon disgustos morrocotudos" que aparece siete líneas más arriba.
No les aburriré con más notas sobre el maltratado español con que durante hora y media se castigó a los inocentes ojos de nuestros pobres adolescentes de COU; sólo me referiré ya a algunos aspectos ideológicos del texto que si bien serían admisibles como opinión y, por ende, susceptibles de ser discutidos, criticados o coreados en otro artículo periodístico, no es de ninguna manera aceptable que se ofrezcan en un examen general, en el que no es posible la réplica.
La primera idea que se desprende del tono del artículo es feminista, según la cual habría una media mayoría de seres, siempre de sexo masculino (tironeros, leguleyos, falsos médicos, políticos ... ), a los que únicamente les mueve la búsqueda del dinero, que engañarían, explotarían y maltratarían a la otra media mayoría, la de las mujeres, y sólo a las mujeres; tal feminismo simple tiene una viril sencillez, la sencillez del machismo o del racismo. Es un feminismo que se produce con un especial desparpajo (también fresco,y varonil), el que se permite decir cosas como "...el político que acomodó en la poltrona su escrotito", lo que no deja de ser gracioso, pero no menos gracioso que sí, hablando de mujeres políticas, se dijera que "acomodaron sus vulvitas", y, en ese caso, ¿qué gritos contra el sexismo machista no se habrían alzado?
Una segunda idea, quizá no tan grave e insidiosa como la de ese sexismo feminista, aunque más dañina por su proximidad perifrástica a la calumnia, es la que se expresa en la frase "...el político buscavotos (...) se convirtió en terrateniente, primero del miniterreno de un tiesto de bonsáis y luego del que no podrían arar en un lustro cinco parejas de bueyes". Semejante frase puede aparecer en un periódico. El sistema protege a quien se sienta calumniado, si quiere defenderse. Lo que es grave, y además estúpido, es Proponer tal texto en un examen y preguntar respecto de él cosas como: "En el texto se mezclan voces de sabor antiguo y vocablos de creación muy reciente, señálelos y póngalos en relación con la actualidad y la intencionalidad del texto". Ni una sola respuesta de las que he llegado a conocer deja de interpretar la frase como una alusión al doloso enriquecimiento, del que ni siquiera dicen que sea hipotético, del presidente del Gobierno.
Si tal pregunta es maliciosamente estúpida (por poco pertinente al hecho lingüístico) y estúpidamente maliciosa (por pretender que los alumnos escriban que Felipe González es un ladrón), las demás no le van a la zaga. En vez de pedirles que hagan "el análisis sintáctico de...", se les pide "explique de forma exhaustiva la siguiente construcción sintáctica", con lo que el examinando duda si explicar qué significa la construcción de marras o si explicar la sintaxis de la construcción; se les pide que señalen, y nada más que señalen, las metáforas musicales que aparecen; se les pide que digan qué significa un coloquialismo jergal [pucelana] que no aparece en los diccionarios; se les pregunta por una palabra del texto que no aparece en el texto...
Esperamos de la inteligencia de nuestros jóvenes, además de la crítica, alguna benevolencia para un examen elegido con torpeza y ligereza língüísticas e ideológicas, con ilegítima malignidad política y con el menor rigor académico.
Y, pese a todo, hay un no sé qué en todo este desastre académico que me hace pensar que las tiernas huestes. no van a sacar unas notas excesivamente malas. ¿Era tal, después de todo, lo que se quería conseguir?-
Profesor agregado de Lengua y Literatura.
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