Astronomía
Desde algún lugar de otra galaxia unos seres inteligentes tal vez estarán observando la Tierra. Sin duda sus instrumentos registrarán la extensión de cuerpos desnudos en las playas y también el hacinamiento de cadáveres en el centro de África. Mediante alguna señal en el espectro aquellos lejanos científicos podrán adivinar que si bien todos esos cuerpos permanecen inmóviles, unos están tomando el sol y otros se están pudriendo. La diferencia entre la vida y la muerte, en el caso de que sea captada, sólo será una mancha microscópica o una vibración infinitesimal de la aguja, pero no es seguro que aquel telescopio logre distinguir entre la felicidad y el terror. Probablemente, todas las pasiones humanas desde otra galaxia serán interpretadas como pequeñas alteraciones químicas. Esa multitud alucinada de Ruanda que huye hacia la muerte caminando sin lágrimas sobre un mar de despojos será una partícula oscura que baila en la pantalla de los astrónomos y en ella tampoco quedará grabado ningún dato que indique responsabilidad o condena. Toda la Costa Azul llena de pulpa sonrosada al borde del agua será una molécula de luz oscilante entre el amarillo y el violeta. Tampoco sabrán en aquella galaxia si estos grandes escombros de carne desnuda que se dora en la playa o agoniza en la sabana tienen un alma común, a no ser que ésta despida un fluido o secreción orgánica en los pliegues de la corteza terrestre a modo de tempestad química. Los instrumentos con que nos observan los seres inteligentes desde el universo son absolutamente fríos. No nos juzgan. La espantosa agonía de Ruanda, el festival de música de Woodstock, la procesión de las antorchas en Lourdes, un partido de béisbol en el estadio de Los Ángeles, la densa carnicería de Sarajevo, la planicie de carne en Benidorm sólo agitan levemente un punto en la pantalla. Esos lejanos seres inteligentes hacen lo mismo que Dios. La dicha y la miseria de la Tierra para ellos sólo es una molécula de luz que baila en el espectro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.