Julio
Julio ha sido y es el mes del nombre propio y el mes de los espectáculos. Y seguirá siéndolo hasta su postrimería. Sergi y Caminero, pongamos ejemplos indiscutibles por favor, lo han sido del Mundial de Fútbol USA. Conchita Martínez, para romper la pléyade de hombrotes, nombre y mujer de Wimbledon. Induráin, sin poner otros ejemplos porque el poder del navarro no lo permite, nombre y hombre del Tour francés. Y en julio, y para un espectáculo más doméstico, los toros, tenemos también nombres que poner y hombres de quienes esperar. Pongamos por ejemplo el de dos valencianos, Vicente Barrera y Paco Senda, que se enfrentarán estos días a su particular mundial-tour-wimbledon, al tomar la alternativa en la plaza de toros de Valencia.En este birlibirloque onomástico que nos ofrece julio (caray, también julio tiene nombre de persona) nos planteamos la gloria o la frustración como resultado. Unos ya la gozaron o padecieron por razón del calendario. Otros están en capilla, aspecto que agradecemos porque a falta de concluir la gesta indiscutible de Miguel Induráin, aún nos quedan espectáculos e ilusión para ver qué pasa cada una de las tardes de este mes de julio en la plaza de toros de Valencia.
Y como quiera que en el desarrollo de los grandes espectáculos el sentido de paisanaje no nos abandona y es uno de los indisimulables componentes de la euforia colectiva (véase Mundial o Tour), la Feria de Julio no se escapa de esta condición. Así, además de con el aliciente de las faenas artísticas de los foráneos (Julio -también nombre del mes- Aparicio), cuenta con la presencia de los toreros valencianos Ponce, El Soro, Carrión y Manzanares, encumbrados, por si faltaba poco, en el podium de la torería española.
Lo que quiere decir que la Diputación de Valencia, gestora de los intereses de la plaza de toros, ha contado con toreros de arte y pundonor; toreros de nuestra tierra para quienes deseamos que julio y su feria taurina sean lo que para otros fue el Tour, Wimbledon y hasta el Mundial USA, aunque en este caso los otros fueron demasiado otros.
Babelia
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