Adiós a la 'cámara inútil'
Era ya un lugar común de las vísperas electorales europeas el anuncio rimbombante de que el siguiente Parlamento sería constituyente. En esta ocasión ha sucedido casi exactamente lo contrario. Las elecciones del 12 de junio, celebradas en todos los países en clave de sus respectivos ensimismamientos nacionales, no levantaron ninguna ilusión, a pesar del evidente incremento de poderes experimentado por la Eurocámara gracias al Tratado de Maastricht. Sumidos en el mayor desencanto y en plena renacionalización de la política europea, nadie pronunció esta vez la frase histórica.No faltaban razones. La experiencia de la última legislatura permitía los peores augurios. Las votaciones de los tratados de adhesión de Austria, Finlandia, Suecia y Noruega, celebradas en mayo sin apena! tiempo para el debate en las comisiones y en los plenos, había redondeado la imagen de cámara inútil que suele proporcionar el Parlamento de Estrasburgo. Era una evidencia que Alemania y el entero Consejo habían utilizado todo su peso político para acelerar el - calendario y arrancar las voaiones afirmativas, en abierta contradicción con los resquemores y anuncios de bloqueo planteados por los parlamentarios.
Todo permitía presagiar, así, que la primera votación de trascendencia política de la nueva legislatura, para ratificar al presidente de la Comisión, transcurriría por idénticos y inútiles caminos. El veto del Reino Unido sobre el primer ministro belga Jean-Luc Dehaene y el posterior nombramiento de un político calificado como el mínimo común denominador fue interpretado también en idénticos términos. La Comisión, con su derecho de iniciativa y su tarea de custodia de los tratados, debía empezar su eclipse tras diez años de protagonismo considerado excesivo por los Estados miembros. El Consejo de Ministros se aprestaba a retomar los máximos poderes posibles. Y sólo faltaba confirmar la irresistible tendencia de los europarlamentarios a la obediencia para redondear un cuadro siniestro para la construcción europea.
Lo que sucedió ayer en Estrasburgo, demuestra que la construcción europea es obra de varias instituciones y de poderes compensados y equilibrados.A la disminución de los poderes de la Comisión y al intento de reinstalar el derecho de veto en el centro de las decisiones europeas le corresponde el surgimiento de un Parlamento con energías y poderes para realizar un papel de primer orden.
Este nuevo Parlamento tiene lo poderes surgidos de Maastricht, per o su composición permite, además, romper algunos de sus peores hábitos de comportamiento. La presencia de un nutrido grupo antieuropeo, por ejemplo, es un buen estímulo para los grupos auténticamente europeístas.
No hay duda, pues, de que éste será un Parlamento peleón. El nombramiento de la nueva Comisión Europea, que debe culminar en diciembre, será la primera y larga batalla en la que las fuerzas parlamentarias intentarán condicionar los nombres de los comisarios y el reparto de carteras. El estrecho margen obtenido por Santer anuncia que las audiciones o hearings a los que serán sometidos los candidatos a comisarios irán mucho más allá de la pura formalidad y que deberá producirse una auténtica negociación sobre el entero cartapacio.
Varias cuestiones han quedado tocadas después de esta votación histórica: el derecho dé veto, el método secretista y del mínimo común denominador y la disciplina de voto del bloque europeísta, como mínimo. Se establece además un precedente para votaciones importantes que deberán producirse en los próximos años, principalmente las que harán referencia a la reforma institucional de 1996.
Este inesperado giro proporcionado por la única institución europea elegida directamente por los ciudadanos, la más autorizada por tanto para corregir a las otras instituciones, coincide con una de las prioridades más interesantes de la actual presidencia alemana del Consejo de la Unión, la que se refiere precisa mente al reforzamiento de los poderes del Parlamento. Alemania desea plantear, con la revisión de Maastricht, que el aumento de los poderes del Parla mento sea el camino preferencial para la resolución de los desequilibrios de representación de los países en las instituciones. Habrá que convenir, quizás, que también Europa escribe recto con rasgos torcidos y que precisamente esta legislatura de la eurodepresión es la. primera que cuenta con instrumentos susceptibles de llevar a un proceso constituyente.
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