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El dólar aguanta ante la perspectiva de nuevas subidas de tipos de interés en Estados Unidos

Victoria Carvajal

Contra viento y marea, y tras un pequeño revolcón, el dólar cerró la semana a unos niveles similares a los que precedieron a la cumbre del G-7 celebrada los pasados 8 y 9 de julio en Nápoles. Y ello pese a que los siete países más ricos del mundo se negaron a coordinar una acción de apoyo a la divisa estadounidense, tal y como exigía el mercado para evitar su caída. Varios datos publicados la semana pasada en EE UU, que revelan una fuerte creación de empleo, un ligero avance de los precios y un vigoroso crecimiento de la producción industrial, han situado de nuevo a los mercados en un compás de espera ante la posibilidad de que la Reserva Federal suba los tipos. Mientras, Washington y Bonn lanzan mensajes a favor de un dólar fuerte.

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No se cumplieron los presagios de los agoreros. Es cierto que el dólar cayó bruscamente después de la negativa del G-7 a incluir la menor referencia sobre la debilidad de la moneda estadounidense en el comunicado final de la cumbre, pero el descenso duró poco. En la reunión de los líderes de los países más industrializados sólo se oyeron mensajes tranquilizadores y llamadas a la sensatez de los mercados: "Los fundamentos de la economía estadounidense son sanos y los especuladores se equivocan al castigar al dólar". Los especuladores, por su parte, no modificaron sus criterios y continuaron aplicando la luz verde en la venta de dólares. Pero su voracidad les ha durado poco. La falta de una intervención de los bancos centrales que les oriente en sus ataques -marcándoles el nivel en el que se dispondrían a comprar todo- ha sido el mejor revulsivo para frenar la especulación.

Tocar suelo

Muchos analistas han llegado a la conclusión, tras el movimiento de ida y vuelta del dólar en la semana pasada, que el billete verde está en su suelo técnico, tras haberse situado en los niveles históricamente más bajos con respecto al yen y muy débil en relación a las monedas europeas. Si se analizan los fundamentos de la economía estadounidense, cabe preguntarse si no se habrá penalizado en exceso a la moneda estadounidense: la economía crece a un ritmo moderado, la inflación es del 2,5%, el déficit público se situará en el 3,3% del producto interior bruto (PIB) y los tipos de interés tenderán al alza moderadamente. "Hay un cierto consenso, aunque con cautela, de que todo lo que pueda ocurrir a partir de ahora en EE UU favorecerá al dólar", señala Emilio Ontiveros, catedrático de Economía de la Empresa.De hecho, los mercados sólo se atrevieron con sus movimientos especulativos a rozar momentáneamente los mínimos que se auguraban a la divisa estadounidense: 125 pesetas, 1,50 marcos y 95 yenes. El dólar reaccionó y cerró la semana a 128,50 pesetas, 1,55 marcos y 98 yenes.

Los comentarios del secretario del Tesoro estadounidense, Lloyd Bentsen, y del presidente del Bundesbank, Hans Tietmeyer, claramente a favor de un dólar más apreciado, también han puesto en guardia a los mercados. Bentsen afirmó que el Tesoro colaborará estrechamente con la Reserva Federal, banco central de Estados Unidos, para tratar de mantener un crecimiento estable, contener la inflación y tener una divisa fuerte. Tietmeyer fue incluso más contundente al afirmar que un dólar excesivamente bajo perjudicaría a todos los países y que la estabilidad de la divisa sería muy conveniente para la economía mundial.

El distanciamiento del mercado de deuda europeo de los avatares del dólar es también un elemento favorable. Los activos públicos europeos han iniciado la senda de la recuperación tras seis meses de padecer una imparable caída en sus precios, lo que a su vez había situado los tipos a largo plazo en unas tasas tan altas que amenazaban la propia recuperación. España, gracias a la caída del IPC en junio (4,7%), un presupuesto moderado para 1995 y el renovado compromiso del Gobierno con la convergencia, se ha beneficiado más que otros mercados de la recuperación.

En este entorno algo más optimista, el mercado parece esperar una señal de la Reserva Federal que le permita olvidarse del potencial bajista que aún pesa sobre el dólar. Varios datos publicados la semana pasada -la creación de 379.000 empleos en junio, muy por encima de los esperado, un ligero avance en los precios industriales y el aumento de la producción industrial en un 0,5% en el junio (frente al 0,3% vaticinado)-, han llevado a los expertos a pensar que es inminente una nueva subida de los tipos en EE UU, la quinta en lo que va de año.

"Sólo con los datos del empleo, la Reserva Federal tenía que haber aumentado sus tipos, pero la coincidencia con la celebración del G-7 y la debacle del dólar le impidió tomar una medida que se hubiera interpretado sólo como una acción de defensa cambiaría", opina Enrique Sánchez del Villar, de Analistas Financieros Internacionales. Pero esta semana podría producirse esta nueva subida, que sería bien recibida por los mercados al interpretar que la autoridad monetaria de EE UU está cumpliendo su objetivo primordial: anticiparse a futuras presiones inflacionistas.

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