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MUNDIAL 94

Dramático 'culebrón'

México y Bulgaria agotaron todas las vías hasta la clasificación de los de Stolchkov

El partido acabó en los penaltis, Miliailov en héroe y México, en la cuneta. Más que un partido, fue una crónica de sucesos. Un culebrón en miniatura donde había que inventarse continuamente momentos de dramatismo para preparar el próximo episodio. Participaron hasta los postes. Las demás contingencias se redujeron a dos expulsiones, 10 tarjetas amarillas, penaltis pitados y no pitados, prórroga, lotería de penaltis, fatiga y las demás tragedias personales que marcan la vida futbolística.La presencia de la selección búlgara a estas alturas del torneo ya es un pequeño milagro. Está confeccionada de retales recogidos de donde sea. El portero suplente, Nikolov, es el mismo que, después de unas vacaciones más o menos compensadas en la Costa Brava, fue rechazado por el Palamós. Kiriakov, inyectado por la franja izquierda de la defensa diezmada por las sanciones, podría hacerse imprimir unas pegatinas con el lema Del Mérida al Mundial.

Cada partido suyo es una continua reyerta familiar con airadas protestas al querido compañero si no sirve la merienda de una forma puntual y pulcra. Entre todo esto destacan los descomunales talentos de Stoiclikov, Kostadinov, Sirakov y, sobre todo Balakov, que venció en la batalla particular contra García Aspe, en una diabólica selección que mezcla lo divino con pecados mortales.

La selección de Mejía Barón no pinta sus cuadros con tantos efectos de claroscuro. Opera un 4-4-2 más consistente y sólido. Es metódica en sus triangulaciones e, impulsada por la calidad de García Aspe en el eje del centro del campo, busca la movilidad de un renacido Luis García o el caracoleo del espigado Alves, uno de los pocos delanteros de este Mundial capaces de llegar hasta la raya del fondo.Provocó una tarjeta para su marcador, Kremenliev, en el duodécimo minuto del partido, y, cuatro minutos después, el árbitro castigó con penalti unas supuestas manos suyas en un cuerpo a cuerpo con el delantero mexicano. Los búlgaros ya se habían mostrado disconformes con la designación del sirio , y su indignación se colmó cuando expulsó a Kremenliev en los primeros compases del segundo tiempo. El sirio permitió la desigualdad numérica durante sólo ocho minutos, hasta compensar con la expulsión -también inverosímil- de Luis García.

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