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Tribuna
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Tabarra

Si hemos tenido que esperar 12 años a que el Gobierno plantee el sistema de plazos en el aborto -y aun así, van ustedes a ver los problemas que se vienen encima-, se me abren las carnes calculando la de agua que tendrá que correr bajo los puentes para que se considere destinar el 0,7% del PIB para la ayuda oficial al desarrollo. Ya saben, esa idea solidaria por la que hay gente que se lanza a huelgas de hambre y a recoger firmas -medio millón se entregaron la semana pasada al Congreso de los Diputados- desde la Coordinadora de Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo.El hecho de que tanto el Gobierno como la Cámara, en una reciente resolución aprobada por unanimidad, hayan marcado el año 2000 como meta para alcanzar ese porcentaje -estamos en un mísero 0,26%-, y 1995 para ponernos en la media de 0,35% que dedican los países civilizados, implica que, o empiezan a moverse desde ahorita ofreciendo cifras concretas en los Presupuestos del Estado, o van a pasar unas cuantas generaciones de tercermundistas depauperados antes de que las mejoras se noten.

Hay un montón de cosas que los de a pie podemos hacer entre tanto: dar la tabarra para que el objetivo central de la cooperación sea la lucha contra la pobreza y sus causas estructurales; dar la tabarra para que se establezca el principio de la ayuda no condicionada; dar la tabarra para descentralizar la ayuda a través de Gobiernos más que sospechosos, potenciando las relaciones con los sujetos y agentes locales; dar la tabarra para que en los proyectos se definan objetivos de democracia y participación, respeto y afirmación de los derechos humanos, se considere específicamente el papel de la mujer y se plantee el desarrollo sostenible. En fin, dar la tabarra.

Desde ya.

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