Nada personal

( ... ) Los líderes europeos tienen que tragarse su orgullo y decidir qué concesiones van a hacer al Reino Unido tras la cumbre de Corfú. Kohl tendrá que resolver la confusión creada por su torpe imposición de Jean-Luc Dehaene y, junto con sus aliados, habrá de calmar las susceptibilidades de los líderes europeos, irritados por el fracaso de la imposición alemana. Major habrá disfrutado de su momento de gloria en la Cámara de los Comunes, pero no puede permitirse triunfalismos. (...)Kohl todavía desea coordinar su estrategia con Mitterrand, pero sabe que cualquier indicio de presión por parte de París y Bonn no haría más que incrementar el resentimiento de los países más pequeños, lo que le ha sido recordado, de forma inesperada, por la prensa alemana, unánime en sus críticas a la táctica empleada por Kohl para intentar imponer a Dehaene. Major debe utilizar las circunstancias con habilidad. Han triunfado sus puntos de vista en lo tocante a Dehaene, pero no ha convencido al resto de los líderes europeos en la cuestión, más importante, de su oposición a una mayor unión europea. Al menos la mitad de los que se sentaban a la mesa de negociaciones en Corfú no estaban de acuerdo con la elección de Dehaene, pero sí con los puntos de vista que supuestamente encarnaba. Major no ha logrado persuadirles de que el futuro presidente de la Comisión tiene que favorecer la empresa y la competitividad.

28 de junio