La seducción de la violencia
Los psiquiatras infantiles creen que niños y jovenes son los más vulnerables a mensajes agresivos
"Vivimos en una sociedad violenta que engendra violencia. La infancia, la adolescencia y la primera juventud son las etapas de la vida más receptivas y vulnerables a todos los mensajes violentos con que bombardea la sociedad actual, al ser el periodo de desarrollo y formación de la persona", señala el doctor Josep Tomas i Vilaltella, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Infanto-Juvenil (SEPIJ). Este experto subraya que el núcleo familiar acusa esta situación de muy diferentes maneras, y es en el propio hogar donde muchas veces se generan las grandes hostilidades. Un estudio realizado por el equipo de Tomas i Vilaltella puso de manifiesto que entre el 35% y el 40% de los niños y adolescentes delincuentes procedía de familias desestructuradas y había sufrido malos tratos físicos en el hogar."Los chicos están recibiendo constantemente contenidos violentos a través de la televisión, el cine, los cómics y los juegos de ordenador. Pero, ojo, para que salga trigo debe haber una tierra abonada. Es decir, que no todos los chicos asumirán de la misma forma esa violencia. Cuanto más estable y equilibrado sea el núcleo familiar, el niño sabrá interiorizar y canalizar mejor los contenidos agresivos", asegura Tomas i Vilaltella, que intervino la semana pasada, en Madrid, en el VII Congreso Nacional de Psiquiatría Infanto-Juvenil.
Los adolescentes que hace unos meses colocaron una cuerda en una calle de Barcelona que provocó la muerte de un motorista fueron vistos hace cinco años por el equipo de Tomas i Vilaltella por trastornos del comportamiento. "Desafortunadamente, los perdimos de vista enseguida", cuenta, "y no se sometieron a tratamiento. Eran niños psicopáticos, con alteraciones de la personalidad ligadas a graves carencias familiares".'
Este experto, que es jefe del servicio de Psiquiatría Infantil del hospital Vall d'Hebrón, de Barcelona, afirma que una de las teorías que explican los trastornos de conducta en la infancia y adolescencia es la introspección que el chico hace de la imagen del padre: "Muchos niños violentos, conflictivos y problemáticos tienen un padre autoritario, tiránico, alcohólico o drogadicto. Siempre se ha minusvalorado la importancia de la figura paterna en la educación de los hijos, y, sin embargo, la realidad demuestra que tiene un gran papel, desestabilizador o equilibrador".
A partir de los 8 o 10 años, el entorno social empieza a ejercer con fuerza su influencia, según indica Tomas i Vilaltella. "A estas edades", dice, "el pequeño se integra en un grupo de amigos, en una pandilla o una banda, dependiendo de la extracción social, donde existen unos códigos de conducta y uno o varios líderes. Si predominan los comportamientos agresivos, el niño probablemente asumirá estas pautas".
La doctora María Jesús Mardomingo, jefa de sección de Psiquiatría Infantil en el hospital Gregorio Marañón, de Madrid, y vicepresidenta de la SEPIP, explica que trabajos que han analizado la posible implicación genética en la aparición del comportamiento violento demuestran que los hijos de padres violentos lo son ellos también. "Pero se ha visto asimismo", añade, "que esos mismos niños, adoptados por padres pacíficos, desarrollan igualmente conductas agresivas. Los niños de Liverpool que mataron fríamente a un pequeño de dos años, el adolescente del pueblo granadino de Cenes de la Vega que mató a su hermanastra menor por celos, los jóvenes que asesinaron en Madrid a un hombre por el juego de rol son algunos de los casos más recientes de crímenes graves en la etapa infanto-juvenil. Y, curiosamente, todos ejecutados por varones.
El doctor Jerónimo Saiz, jefe del servicio de Psiquiatría del hospital Ramón y Cajal, de Madrid, admite que el comportamiento violento se da mucho más en el sexo masculino. "Diferentes razones pueden justificarlo", aclara, "como los factores culturales y también los hormonales. Secularmente, al varón se le ha educado en los valores de agresividad, competitividad y fuerza, proclives a la conducta violenta. Y la testosterona, principal hormona sexual masculina, también parece estar relacionada con ese tipo de conductas".
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