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Instrucciones para combatir el insomnio

Juan José Millás

A veces abandono el insomnio (porque aunque me gusta mucho me hace daño) con la misma actitud resolutiva con la que me quito del tabaco cuando noto que mi faringe ha alcanzado el grado de deshidratación de la escayola. Pero regresó a él, igual que a los cigarrillos, cuando me encuentro bien. Encontrarme bien, en relación al sueño, significa que dejo de dormirme en el cine. En cualquier caso, lo que no puedo es abandonar los dos vicios a la vez. Ahora, por ejemplo, llevo una temporada sin fumar, pero no logro conciliar el sueño a partir de las tres de la mañana. Dormirme, me duermo a los cinco minutos de meterme en la cama, sí, pero a eso de las tres, un ángel oscuro me despierta y me da conversación hasta que empieza a amanecer. He comprobado que si me levanto a fumar un cigarrillo en la cocina se me quita el insomnio. Pero yo lo que quiero es tener las dos cosas a la vez, porque el tabaco y el insomnio cuando de verdad saben bien es durante la madrugada y juntos. No puede ser: si fumo, duermo como un niño y viceversa.El caso es que ahora no duermo, y cuando no duermo, dado que Madrid no es más que una extensión de la mente, despliego esa extensión sin necesidad de salir de la cama (porque si salgo caen dos cigarrillos), y me doy un paseo. Esta noche última me fui andando hasta la calle del Castillo de Uclés, en San Blas, y rehice un suceso del martes pasado, me parece, impresionante: resulta que un tironero murió de un síncope después de haberle quitado el bolso a una anciana. Como lo digo: dio el tirón, salió corriendo y a los pocos pasos se le pararon el corazón y los pulmones y se quedó seco agarrado al botín. Ingresó cadáver en el Ramón y Cajal, que es un edificio hospitalario con un busto monstruoso a la entrada. La verdad es que cuando ves ese busto desde la cama y con los ojos cerrados comprendes que la realidad es una pesadilla. A lo mejor, el muchacho ingresó cadáver por eso, porque vio el busto desde la camilla y pensó que era el rostro justiciero de Dios.

La cosa es que haciéndome preguntas sobre el tironero, que no había cumplido los 25, el pobre, llegué hasta el ambulatorio y me senté a reflexionar sobre una piedra. ¿Sería su primer tirón? ¿Murió de miedo o quizá de remordimiento? A lo mejor, al salir corriendo volvió la cabeza para ver el rostro de la anciana y creyó ver en ella a su madre o a una antigua profesora de BUP. La noticia era muy escasa: fue su brevedad la que hizo que se me alojara en la memoria como un pedazo de metralla, y la que ahora me impedía cambiar de escenario. Noté que el motor del insomnio, que produce en el pecho un ruido parecido al de la nevera, aumentaba el número de vueltas y temí pasarme de revoluciones, así que tomé el metro y me marché a un Renoir.

Este es un truco magnífico para combatir el insomnio: imaginas que estás en el cine y como todos los insomnes se duermen en el cine, al poco te quedas frito de verdad. En la sala 4 ponían Cerrada por reforma, un título estupendo. Pero no era una película, sino uno obra de albañilería, de manera que me metí en la 5, donde pasaban En busca de Bobby Fischer y me quedé dormido con los créditos. Soñé que se terminaba la película y que yo seguía dormido. Un grupo de gente se acercó con miedo, por si hubiera muerto durante la proyección de un síncope, pero al ver que roncaba comenzaron a darse codazos unos a otros riéndose de mí. Vi, entre los que se burlaban, a mi padre; no se atrevía a despertarme por miedo al ridículo y se sumó, aunque con mala conciencia, a las risas de los demás. Me desperté con mal sabor de boca, por lo de mi padre, y me fui a la cocina a fumar un cigarrillo. Creo que voy a dejar el insomnio una temporada.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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