Las divergencias impiden cualquier referencia a la crisis haitiana

M. R. La crisis haitiana ha flotado como un fantasma sobre la IV Cumbre Iberoamericana de Cartagena, pero no ha figurado en la agenda ni se menciona en las conclusiones del encuentro. España consideraba que no debía incluirse en el documento final ninguna cuestión no referida a países iberoamericanos. En última instancia, las divergencias entre los países presentes en la cumbre hubieran imposibilitado cualquier mención a la situación que vive Haití.

El endurecimiento del bloqueo decretado por la ONU contra el régimen de Raoul Cédras y las amenazas de Estados Unidos con una eventual invasión para reponer al presidente Jean-Bertrand Aristide ocupan las conversaciones "de pasillo".

Los países iberoamericanos condenaron el pasado año, en la Cumbre de Salvador de Bahía, el uso del embargo como método de presión política contra un pueblo, en clara referencia a Cuba. Ahora numerosas delegaciones, entre ellas las de Colombia y México, utilizan otro rasero para analizar la cuestión haitiana. "El embargo contra Haití es producto de una resolución de la Organización de Estados Americanos respaldada por la ONU, mientras que la de Cuba fue decisión unilateral de EE UU, que fue rechazada por la cumbre", explica el presidente mexicano, Carlos Salinas de Gortari.

"Estamos hablando de política real. No todos los casos son los mismos, ni puede aplicarse el mismo principio a rajatabla. Fidel no es Cédras", afirma un alto funcionario de la cancillería de Costa Rica.

El presidente que más duramente ataca la política sobre Haití, en aras del "respeto del principio de autodeterminación de los pueblos", es el peruano Alberto Fujimori. También los mandatarios centroamericanos han aludido a la crisis haitiana, pero centrándose en las amenazas de EE UU de invasión.