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Tribuna
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Fascismo y democracia

En Rusia sigue bien latente la amenaza marrón del filonazismo, alerta el autor, quien ve posible su alianza con el nacionalismo extremista debido al vacío ideológico existente.

Tras la locura del día 4 de octubre de 1993 [día del asalto a la sede del Parlamento], uno podría pensar que la calma (incluso temporal) había vuelto. Si estallara una nueva crisis, ¿en nombre de quién lo haría?Un nuevo factor está ocupando cada vez más espacio en todos los escenarios previsibles, uno marrón, de mal augurio. Si no existiera este nuevo factor, el actual proceso político no tendría prácticamente ninguna oportunidad de arrastramos a la destrucción de nuestra sociedad. Por el contrario, el nazismo, o el fascismo (sea duro o suave, marrón o rojo-marrón), supondría hoy el fin de Rusia, lo que quiere decir un desastre nacional equivalente a la repetición de 1917.

Sin embargo, hoy el fascismo sólo parece un fantasma que vaga por algunos periódicos. ¿Dónde radica, pues, este peligro real? No existe un partido nazi masivo. La popularidad de VIadímir Zhirinovski está decayendo. Pero la sensación de peligro fascista permanece. Parece incluso que esta amenaza esté creciendo, independientemente de la personalidad de Zhirinovski.

¿Qué está ocurriendo exactamente? ¿Son nazis reales, bandidos de verdad? No pueden considerarse una fuerza política por sí mismos. Su führer sabía cómo utilizar los acontecimientos de octubre para conseguir una publicidad sanguinaria, pero todavía no pertenecía a la gran política. ¿Por qué, pues, tendría yo que hablar de esta amenaza sin rostro, de estos miasmas marrones que se elevan sobre la ciénaga política?

Para mí, lo alarmante (el punto de retorno) fueron esos días de octubre, el 3 y el 4. Uno no hubiera podido creer que Ruslán Jasbulatov, Alexandr Rutskói y el Sóviet Supremo les dieran un apretón de manos a los nazis de forma tan magnánima. Dándoles a la vez un arma automática. Sin embargo, lo hicieron. En estas circunstancias políticas tan críticas, la oposición política le gal hizo su elección: para alcanzar el poder decidieron hacer un frente común con los nazis, adoptar sus métodos.

Esta es la lección política decisiva de esos días. Cuando "el fuego de las batallas" terminó, ni el ex vicepresidente de Rusia, ni el vicepresidente del Sóviet Supremo, ni los ex diputados del Sóviet Supremo o los partidos que apoyan al Sóviet Supremo, todos ellos muy activos hoy en la Duma (Parlamento), condenaron al partido de Barkashov.

Un último ejemplo fue la tarde del 12 de mayo, cuando en una reunión organizada por Mañana (el periódico de la "irreconciliable" oposición), los mismos Rutskói, Valeri Zorkin y Serguei Baburin recibieron los saludos de Barkashov con aplausos. El general Albert Makashov secundó perfectamente a Barkashov rugiendo: "¡Dios nos ayude a echar de Rusia a todos los gánsteres, las prostitutas, los ladrones, y nos libre de esta escoria! ¡Y si usted no tiene tiempo para hacerlo, lo haremos mis camaradas y yo!. ¡Estoy sirviendo a la URSS!". (Aplausos).

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Todo el mundo estaba aplaudiendo con entusiasmo, no sólo los grupos marginales, sino también parte del establishment, algunos influyentes dirigentes políticos. Ésta es una prueba pequeña, pero directa, de la alianza existente entre los dirigentes políticos elegidos legalmente, que están reivindicando el poder seriamente, y una fuerza política marginal próxima a los nazis. No es casualidad que a esa tarde se la llamara del Acuerdo para Rusia. El acuerdo con los nazis en nombre de Rusia. Se podría trazar un paralelo con el Frente de Harzburgo, creado en Alemania en octubre de 1931 por generales reaccionarios, políticos nacionalistas y los nazis, que tuvo una vida breve, pero fue el caldo de cultivo del bacilo nazi que devoró a sus compañeros de viaje.

Hitler nunca ocultó su desprecio por estos últimos. Los seguidores rusos del Führer escribieron en Mañana referente a sus aliados: "Todo ser humano con conciencia moral debería admitir la importancia de los miembros del partido de Barkashov. Merecen una hegemonía moral dentro de la oposición".

"Lo merecen, y no los cobardes pragmáticos o los débiles dirigentes de la Unión Pannacional Rusa. Los llamados patriotas de la Duma -que son el desecho de la oposición- se han deslizado en la barraca de feria ornamental de Borís Yeltsin pisoteando los cadáveres y la sangre de sus viejos camaradas. En cualquier caso, los nuevos diputados deberían recordar: traicionar a la Unión Nacional Rusa [el partido de Barkashov] significa traicionar a la resistencia rusa, a los muertos, significa traicionar a Rusia. Y esto no lo perdonaremos". Éste es el tipo de intimidación utilizado por los "aliados duros" de los dirigentes oficiales de la oposición. Sí, ésta es la verdad: en esta campaña, la hegemonía moral fue monopolizada por los seguidores desconocidos (todavía) de Barkashov. Están dictando a sus aliados las reglas del juego. Ésta es la naturaleza del llamado Acuerdo para Rusia. Otro factor es que este grupúsculo nazi carece de un líder fuerte o famoso. Pero si apareciera un líder así, es fácil predecir que en un breve espacio de tiempo toda la oposición, unida, se transformaría en un instrumento destinado a apoyar a este líder en su subida al poder.

¿Cómo se produjo esta situación? Se podría pensar que los nazis puros, que tienen un peso político muy leve, aliados a dirigentes políticos bien conocidos, se escaparían de su influencia. 0 podríamos ver que ocurre exactamente lo contrario. ¿Cómo se explica esta paradoja?

En nuestra opinión, la razón estriba en la pobreza ideológica de los nacionalistas legítimos. Aparte de sus conjuros (fórmulas mágicas) sobre la cuestión del patriotismo ilustrado, nunca fueron capaces de explicar sus ideas. Los nazis tienen una ideología, unas consignas, consignas criminales, idiotas, ilógicas, pero claras. Los nacionalpatriotas no fueron capaces de crear sus propias consignas. La ideología fascista, nazi, es una mutación maligna del nacionalismo, la negación del nacionalismo, que conduce a la muerte de la nación.

El egoísmo nacional es algo casi tan natural como el egoísmo personal. Adopta un aspecto agresivo cuando se mezcla con sentimientos de injusticia. Este sentimiento es casi inevitable entre las grandes naciones tras la pérdida de sus imperios. Una vez más, el mejor ejemplo es la Alemania de Weimar. Un vacío ideológico siguió al fin de la ideología comunista. Los valores de la sociedad de consumo no lo pueden llenar. Lo que es más, la mayoría de la gente que vive en la antigua URSS contempla estos valores como una burla, una publicidad de objetos inalcanzables. El nacionalismo está representando su papel en este punto. El insulto personal se ennoblece al transformarlo en un insulto nacional, en una ideología, en un acontecimiento decisivo en la vida.

En la vida cotidiana, esto se traduce en afirmaciones del estilo de Ios caucasianos compran de todo", a nivel ideológico se convierte en la "conspiración internacional" contra Rusia, que intenta transformarla en una colonia del capital internacional. Éstos no son prejuicios raciales, sino nacionales y sociales. Detrás de este delirio se ocultan problemas concretos, mafias, incluyendo una rusa, organizadas según los criterios nacionales, como en todas partes del mundo. Existe una lucha feroz en los mercados mundiales. En algunos círculos financieros existe el deseo de aislar a Rusia. Pero esto no es algo terrible ni extraño.

¿Pero por qué el organismo social ruso resulta tan vulnerable a la bacteria rojo-marrón? La respuesta está en la naturaleza distinta del totalitarismo en Rusia y en los otros países europeos ex comunistas. Cuando se imponía con los tanques, todo era mucho más complicado en Rusia. La trágica historia de nuestro país no permite el surgimiento de un partido político conservador moderado. El conservadurismo es demasiado bien conocido como el reino del knut.

El desarrollo de un capitalismo democrático (en oposición a uno burocrático) es, por tanto, la única vía para nuestro país.

La alianza entre la burocracia, la burguesía y los nacionalistas, éste es el peligro número uno. A esto debemos oponer una construcción política, una alianza entre la democracia y la burguesía liberal, dejando que los estratos burocráticos más influyentes permanezcan neutrales. Es la única forma de frenar ja amenaza paz¡ en nuestro país. Todo el pasado de Rusia demuestra que es necesaria una polarización de los centros de poder para llegar al golpe de Estado. Esto fue lo que ocurrió en 1917, en 1991 y en 1993. En todos los casos, una tercera fuerza se abre camino escondida tras los dos poderes enfrentados. La tarea de las fuerzas democráticas consiste en impedir ese enfrentamiento entre las estructuras del poder. Recordemos estas magnificas palabras: nuestra dignidad es la razón. A la luz de la razón, los fantasmas desaparecen. También el fantasma del nazismo que amenaza a nuestro país.

ex primer ministro de Rusia, es líder del partido Oposición Democrática de Rusia.

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