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La Habana se queda sin dibujos animados

El Gobierno cubano codifica la señal de 10 canales de EE UU captados con parabólicas caseras

Hace dos años, en algunas azoteas de La Habana comenzaron a crecer girasoles de metal que reultaron ser parabólicas caseras con las que algunos cubanos interceptaban 10 canales de televisión del extranjero. Fue un invento ingenioso y uno de los primeros negocios particulares, que nació el día en que un grupo de técnicos e ingenieros electrónicos se enteró de que una empresa estatal acababa de abrir un servicio de televisión para extranjeros que permitía abonarse a 10 canales de televisión, en su mayoría norteamericanos. La programación era variada: música, películas, deportes y dibujos animados 24 horas al día, y la señal de televisión se emitía desde el hotel Habana Libre, por lo que para captar los canales sólo era necesario disponer de algunos sencillos equipos eléctricos e instalar una parabólica dirigida al hotel.La empresa Tecum cobraba 100 dólares por la instalación de la antena y el convertidor, más 50 dólares mensuales por el abono. Los técnicos más atrevidos enseguida se pusieron a fabricar rústicas parabólicas, que equiparon con diodos y transistores traídos de Panamá y Miami o comprados en el mercado negro. Los parabólicos establecieron su propia tarifa: de 100 a 150 dólares la instalación y mantenimiento gratuito de por vida.

La fiebre de la parabólica se extendió con rapidez por Miramar, Cayo Hueso, San Leopoldo, Nuevo Vedado y todos los barrios altos de la ciudad desde donde se podía captar la señal con nitidez. La gente perdió el miedo y miles de antenas empezaron a aparecer en La Habana en los lugares más insospechados, incluso frente a las comisarías de policía y el Instituto Cubano de Radio y Televisión, y también al lado de las oficinas de Telecable Internacional, la empresa que actualmente comercializa el servicio. Telecable calcula que, hasta la semana pasada, en La Habana había más de 40.000 parabólicas clandestinas, mientras que la cifra de abonados de pago no llega ni a 150.Las parabólicas se convirtieron en un sedante para los niños y en cabaré y agencia de viajes para sus padres. En una ciudad donde casi no hay restaurantes ni sitios donde divertirse, ni transporte público para llegar a ellos, quedarse en casa viendo películas era una opción gratificante, ya que además se podía elegir entre diferentes filmes en los canales Cinemax, HBO, TBS o TNT. El Cartoon. Network, un canal que retransmite dibujos animados casi todo el día, era conocido entre los padres con parabólica como el diazepan, pues al verlo los niños se quedaban anestesiados frente al televisor y no pedían ni comida ni se iban a la calle.

Hubo gente que vendió el vídeo de su casa para instalar una antena, ya que, debido a la crisis, era casi imposible encontrar cintas de VHS o Betamax en la calle y, en cambio, con la parabólica se hartaban de ver películas en los canales. Otros cogían la CNN para enterarse de las últimas noticias del mundo y la mayoría confiaba en ver los Mundiales de fútbol por el canal norteamericano ESPN, que se especializa en deportes.Sin embargo, el pasado fin de semana todo se oscureció. Las autoridades cubanas codificaron de pronto los canales, y los núcleos del Partido Comunista arguyeron que se trataba de unA problema ideológico y de una indisciplina social. La Habana está ahora a la espera. En las azoteas hay aparcadas 40.000 parabólicas y algunos piensan que al final las autoridades aceptarán la realidad y permitirán que la gente siga enchufada a los canales previo pago de un impuesto. Por si acaso, los técnicos más listos trabajan en un decodificador casero que permitirá anestesiar de nuevo a los niños.

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