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Los austriacos votan en masa el ingreso en la UE

Miguel Ángel Villena

ENVIADO ESPECIAL Los disciplinados austriacos siguieron ayer, una vez más, las recomendaciones de sus autoridades. Un 66,4% de los electores respaldó las consignas del Gobierno, los partidos mayoritarios, las organizaciones patronales, los sindicatos y la Iglesia, que se habían manifestado inequívocamente a favor del ingreso en la Unión Europea (UE) negociado el pasado mes de febrero. La campaña M miedo y de la demagogia, encabezada por la extrema derecha, no ha hecho mella en la mayoría de los austríacos y se ha vuelto en contra de los brujos de la confiman

La sorprendente victoria del sí en el referéndum, con una altísima participación del 81,3% de un censo de 5,8 millones de votantes, ha sido posible gracias al voto de los tibios e indecisos, un 38% en los últimos días, que al final se han decantado a favor de Europa. Según los datos facilitados por el Ministerio del Interior, los partidarios del no se quedaron en un 33,6%.Muchos eran los que temían que los austríacos votaran más con las vísceras que con la cabeza. Una curiosa mezcolanza de neonazis, agricultores del Tirol profundo y ecologistas había apelado mucho más a fantasmas de paro, de deterioro del medio ambiente o de cochinillas en los yogures españoles que a alternativas para el futuro de Austria.

El ejemplo de dos señoras maduras, bien trajeadas, que ayer despotricaban sin ningún pudor contra la invasión de árabes "que tienen un hijo por año" a las puertas de un colegio electoral de Viena ilustra la xenofobia que ha presidido la mayoría de las intervenciones antieuropeas. La virulencia de la campaña del líder de la ultraderecha, Jörg Haider, ha pesado incluso en ecologistas o intelectuales dubitativos que finalmente se han inclinado por el voto afirmativo.

Los contrarios al ingreso en la UE admitieron ayer su severa derrota, a pesar de que no dejaron de culpar a la impresionante maquinaria oficial por un resultado que no esperaban ni los más entusiastas europeístas. "Los que han votado que sí han votado más con la cabeza y han respaldado también el ingreso en la UE para frenar el ascenso de Haider", señala el escritor Peter Huemer.

Frente a los apocalípticos de los males de Europa se ha levantado en esta república alpina una mayoría social de empresarios, obreros, profesionales y clases medias urbanas que han optado por romper con la neutralidad y el aislamiento de la Austria de los últimos 50 años.

Michael Grabherr, un abogado de 26 años, resumía ayer a la salida de un colegio del centro de Viena las razones de su sí, que han sido suscritas por la mayoría de sus compatriotas: "Somos europeos, no podemos quedarnos aislados y hay que apoyar un proyecto comunitario, que no es algo cerrado, sino abierto a nuevas incorporaciones. Nosotros debemos, convertirnos en un puente hacia Europa Oriental y en un eje de la apertura de Europa a nuevos países".

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Ha sido un abrumador voto afirmativo aunque no haya habido pasión a favor del sí porque los políticos tampoco podían contar toda la verdad de lo que implica el ingreso en la Unión Europea. "No podían decir que la UE implica el futuro ingreso en la OTAN, el fin de nuestro idilio como isla en el centro de Europa o el papel secundario de Austria. Pero de todos modos el pueblo austríaco se ha revelado como un colectivo sensato y disciplinado, pese a su miedo a los cambios. El resultado significa un hecho histórico, porque es la primera vez que Austria se declara abiertamente como un país occidental", señala Georg Hoffmann-Ostenhof, uno de los más prestigiosos analistas políticos en Austria.

El temor de una mayoría de austríacos a las novedades encuentra todas sus justificaciones en uno de los países con más estabilidad política de Europa, gobernado por una coalición de socialdemócratas y democristianos, con una reciente cultura de neutralidad militar y con un inmenso abanico de prestaciones sociales en un envidiable Estado del bienestar. En realidad, nacer austríaco es una garantía de vida próspera.

Los inconvenientes prácticos como un eventual aumento de los impuestos para subvencionar a los países del Sur se han visto compensados por factores muy positivos como la seguridad en un país cuya- capital se encuentra más cerca de Ucrania o de Bosnia-Herzegovina que de algunas ciudades del Tirol. Una mayoría de austríacos ha actuado según el lema de mejor unidos que solos.

El altísimo porcentaje de votos afirmativos fue puesto de relieve por todos los dirigentes políticos del país. El presidente de Austria, Thomas Klestil, confesó que no esperaba un respaldo tan masivo y el canciller, el socialdemócrata Franz Vranitzky, manifestaba que el pueblo ha rechazado los llamamientos del "miedo y de la confusión". Su ministro de Asuntos Exteriores, Alois Mock, gravemente enfermo, resaltó el valor del resultado del referéndum como un efecto muy positivo para los países nórdicos (Suecia, Finlandia y Noruega) cuyos electorados han de ratificar su adhesión europea. Visiblemente molesto ante las cámaras de televisión, Haidar, el gran perdedor de la consulta, se limitó a manifestar que vigilará que el Gobierno cumpla todas sus promesas con relación a Europa.

Alois Mock recibió un auténtico baño de multitudes y de cariño popular en las calles vienesas. Artífice de la negociación con Bruselas para la adhesión austriaca y convencido europeísta, el ministro de Exteriores caminó por todo el casco antiguo, seguido por centenares de personas que coreaban su nombre y aplaudido por los parroquianos de los cafés.

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